Por Arturo Larena
Durante décadas, el cambio climático fue un asunto de científicos, activistas y diplomáticos. Las empresas observaban desde la distancia, con prudencia o escepticismo, calculando costes y márgenes. Hoy, a las puertas de la COP30, ese tablero ha cambiado. Los principales ejecutivos del planeta -reunidos bajo la Alliance of CEO Climate Leaders del Foro Económico Mundial- han decidido tomar la palabra, y su mensaje es tan pragmático como contundente: la economía climática no es una utopía, es un negocio que ya da beneficios.
En su carta abierta, los líderes de compañías que representan 4 billones de dólares en ingresos y 12 millones de empleos aseguran haber reducido sus emisiones en un 12% y aumentado su facturación en un 20% en solo cuatro años. La cifra encierra una paradoja estimulante: el capitalismo, tantas veces señalado como el problema, empieza a reclamar un papel protagónico en la solución.
El beneficio de la transición
Lejos de los discursos apocalípticos, la misiva de los CEO está escrita en el idioma que más entienden los mercados: el de la rentabilidad. El texto cita ejemplos concretos: el mercado global de tecnologías limpias -solar, eólica, vehículos eléctricos, baterías o bombas de calor- se ha cuadruplicado desde 2015 y ya supera los 700.000 millones de dólares al año. Las energías renovables, además, ofrecen retornos más estables que los combustibles fósiles.
Pero la carta va más allá de la energía: el modelo agrícola regenerativo puede aumentar los beneficios de los agricultores, y la economía circular se proyecta como un filón de eficiencia y ahorro para la industria. Es decir, la sostenibilidad se ha convertido en una ventaja competitiva.
El reloj climático avanza
Sin embargo, entre los párrafos de optimismo económico se cuela una advertencia inquietante: las políticas actuales nos conducen a un calentamiento de 3°C para finales de siglo, y a superar los 2°C ya en 2050. La crisis climática avanza más rápido que la diplomacia. Los CEO lo admiten sin eufemismos: la resiliencia y la adaptación son tan urgentes como la reducción de emisiones.
Aquí radica el valor político del documento. No se trata solo de pedir incentivos o estabilidad normativa —aunque lo hacen con insistencia—, sino de reconocer que la inacción se ha vuelto el mayor riesgo empresarial. No actuar es más caro que transformar.
De los compromisos a la coherencia
La carta plantea un decálogo para gobiernos y empresas que, en esencia, exige previsibilidad regulatoria, financiación de tecnologías limpias, eliminación de subsidios fósiles y colaboración público-privada. Pero el texto no oculta su mayor desafío: pasar del marketing climático a la acción medible.
El liderazgo empresarial verde será creíble solo si se traduce en decisiones que alteren el corazón de los modelos productivos: la energía que usamos, la forma en que producimos y transportamos, y la relación con la naturaleza como activo económico y no como víctima colateral.
Una oportunidad política
En un mundo fragmentado por tensiones geopolíticas, involución y desconfianza institucional, la carta de los CEO es también un gesto político. No busca reemplazar a los Estados, sino forzar un nuevo contrato entre capital y planeta. Propone algo inusual: que el beneficio y la sostenibilidad dejen de competir.
El mensaje es claro: quien no invierta en transición verde, perderá valor. Y, quizás por primera vez, el sector privado está dispuesto a decirlo en voz alta ante los gobiernos.
El tiempo del liderazgo responsable
La historia dirá si este movimiento es el inicio de una transformación real o solo un ejercicio de reputación corporativa. Pero hay algo innegable: la conversación climática ha cambiado de sala. Ya no se libra solo en los foros científicos o en las cumbres de ONG, sino en los consejos de administración y en las bolsas de valores.
La COP30 debería aprovechar esta inusual convergencia entre rentabilidad y responsabilidad. Si las empresas que más influyen en el rumbo del planeta comprenden que su supervivencia depende de su huella ambiental, quizá estemos asistiendo al nacimiento del capitalismo más revolucionario de todos: el que entienda que cuidar la Tierra es, también, cuidar el negocio.
Como únicas pegas, el hecho de que no se publica una lista nominal de firmantes ni se detallan las empresas o CEOs específicos (aunque algunas como el BBVA han comunicado que la respaldan) y la anotación del escrito: “Esta carta cuenta con el respaldo de la mayoría de los miembros de la Alianza; sin embargo, puede no reflejar las opiniones de todos los miembros individuales.”
16Accede a la carta completa WEF_OpenLetter_2025 (1)
Arturo Larena
Director de EFEverde.com y analista de comunicación en sostenibilidad
Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, periodista ambiental director de EFEverde
Esta tribuna puede reproducirse libremente citando a sus autores y a EFEverde.
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