Ana Tuñas Matilla
Los vendedores ambulantes reclaman a los ayuntamientos flexibilidad para poder adaptar al calor los horarios de los mercadillos, que, en la mayoría de las localidades, sólo se permiten por la mañana, lo que pone en riesgo su salud y la de los usuarios por unas altas temperaturas que, además, les están robando en torno al 20 % de las ventas.
En España hay unos 3.500 mercadillos que suman 175.000 puestos y dan empleo a unas 85.000 personas, ha explicado a EFEverde el presidente de la Asociación para la Gestión y Modernización del Comercio Urbano y Mercadillos (Gescomer) y coordinador nacional de la Unión Nacional de Comercio Ambulante (UNECA), Carlos Martí.
Las ordenanzas municipales marcan que su horario es de 9:00 a 14:00 horas, salvo en contadas excepciones como, por ejemplo, Córdoba capital, Badajoz o algunos municipios de Jaén, donde se permiten de tarde-noche para evitar las horas de más calor, o en determinadas zonas turísticas, para garantizar afluencia.

A partir de las 12, nadie baja al mercado
«Al trabajar en la calle, la climatología es un elemento que nos afecta directamente. Con el calor es muy difícil trabajar y, a partir de las 12, ya nadie baja al mercado», ha lamentado Martí. Estiman que esto les hace perder alrededor del 20 % de las ventas en los meses en los que más aprieta el mercurio.
El público habitual de mercadillo, sobre todo entre semana, es, mayoritariamente, gente mayor, jubilados, a su vez uno de los segmentos de población de mayor riesgo ante el calor.
Además, la edad media de los vendedores ambulantes ronda los 45 años, ha apuntado Martí, que ha señalado que recientemente tuvo que atender a un comerciante que sufrió un golpe de calor mientras trabajaba en el mercadillo de la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid.
Por ello, reclaman a las autoridades que adopten medidas para paliar los efectos del clima, tanto en las cuentas del sector como en la salud de trabajadores y clientes.
Horarios, toldos o techos
Entre esas medidas, abogan por flexibilizar los horarios para poder evitar las horas de más calor, proteger los puestos del sol con toldos, como ya se hace en calles comerciales, o ubicándolos en zonas arboladas y con sombras.
No obstante, lo mejor sería que se pudieran resguardar del clima en recintos techados que, además, podrían servir para otros usos, como deportivos o de ocio, mientras no se celebrara el mercado, según Martí.
«Lo ideal sería que los ayuntamientos tuvieran claro dónde ubicarlos y que los dotaran de servicios para poder ejercer la actividad con dignidad. Sin embargo, la inmensa mayoría están al aire libre, con exposición directa al sol, con todos los inconvenientes que esto conlleva y suponiendo un riesgo para la salud».
Aunque el horario de venta es de 9 a 14 horas, los comerciantes están en la calle entre las 7 y las 15 horas porque, ha recordado, deben montar y desmontar el puesto, lo que, con calor, con temperaturas que pueden incluso superar los 40 grados, resulta muy tedioso.

Sector de alto riesgo
«Somos un colectivo de alto riesgo, pero ninguna ordenanza lo recoge ni incluye medidas de adaptación al calor», ha criticado Martí.
Además, flexibilizar el horario de los mercadillos no solo les permitiría poder adaptarse al cambio climático, sino que también les facilitaría llegar a un público al que ahora no llegan porque o está trabajando o está estudiando, ha añadido el representante de UNECA.
«Las ordenanzas deberían recoger la flexibilidad que reclama el sector y, además, tener en cuenta la normativa laboral respecto al estrés térmico y el calor», ha aseverado.
Según el Plan Estival 2025 del Ministerio de Trabajo, entre los sectores de alto riesgo ante exposición térmica figuran los»trabajos en mercadillos».
Además, la Guía de Actuación Inspectora sobre Fenómenos Meteorológicos Adversos, elaborada por la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, parte de un principio claro: las condiciones meteorológicas que puedan afectar a la salud de los trabajadores son, a todos los efectos, condiciones de trabajo según la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Esto implica que cualquier exposición prolongada al calor, radiación solar, tormentas, viento, etc., debe evaluarse, prevenirse y gestionarse con el mismo rigor que cualquier otro riesgo laboral, según Gescomer.

Incorporar a los manteros
Al igual que los vendedores ambulantes «legales», también tienen que hacer frente a las inclemencias del tiempo los vendedores callejeros «ilegales», popularmente conocidos como «manteros», a los que también habría que proteger.
«Hemos pedido a la Secretaría de Estado de Comercio trabajar con este colectivo, pero no nos han hecho ni caso. Nosotros nos ponemos en la piel del otro y entendemos que ellos son el eslabón más débil de las mafias», según Martí, que ha defendido trabajar en su regularización mediante proyectos de integración social y laboral.
El objetivo: incluirlos en bolsas de trabajo que, además de regularizar su situación, sirvan para garantizar el relevo generacional en el sector de la venta ambulante.
«Ahora, si necesitas un trabajador no lo encuentras (…) Habría que tener en cuenta a la población migrante para garantizar la continuidad del comercio no sedentario y porque puede ser un canal de integración, como lo fue en los años 80 para los gitanos».
Entonces, los comerciantes de etnia gitana que vendían por las calles se han ido integrando en el colectivo y hoy ya representan a más del 80 % del sector, ha subrayado.
«Como patronal podríamos dar tutela y apoyo a esta gente que quiere trabajar y que son víctimas de mafias (…) Se ven obligados a hacerlo por necesidad, porque tienen que comer, y si no hay alternativas formales, pues se van a la economía marginal», ha aseverado. EFEverde
atm/al
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