José Leopoldo Lindo — Think tank The World in 2050 (España)
En los últimos meses, han surgido informaciones en prensa y declaraciones de organizaciones agrarias que alertan sobre la posibilidad de un recorte de hasta el 20 % en la Política Agraria Común (PAC), con el fin de liberar fondos destinados al aumento del gasto en defensa en la Unión Europea. Vamos bien si esto sucede.
Este debate se enmarca en la negociación del próximo marco presupuestario comunitario (2028-2034), donde la Comisión Europea ha planteado la necesidad de reasignar recursos ante las crecientes demandas de inversión militar. El debate está abierto, y tanto el sector agrario como parte del Parlamento Europeo se oponen a esta medida. El resultado final dependerá de las negociaciones en Bruselas durante los próximos meses.
Tras analizar el contexto actual de la estrategia ReArm Europe (Protect2030), y al hacerse público lo que ya era evidente -que hay miles de millones para rearmarse-, algún eje del presupuesto comunitario ha visto descender sus recursos. Estoy satisfecho de haber anticipado esta situación hace tres o cuatro meses y de liderar la tendencia DualTech (tecnologías de doble uso civil-militar) que promueven estos fondos. El cultivo del cáñamo, tradicionalmente agrícola, está emergiendo como un biomaterial estratégico con aplicaciones tanto civiles como militares. Tan binario y sencillo como: grano para alimentación, y el resto, para los usos militares que describiré más adelante.
Fomentar la industria del cáñamo en España y Europa reduce la dependencia de materiales importados y promueve la autonomía estratégica, un objetivo central de ReArm / Protect2030 Europe.
¿Por qué el cultivo del cáñamo puede justificar el aumento del gasto en defensa? ¿Y hacer que duela menos la pérdida de la PAC?
A lo largo de la historia, el cáñamo ha desempeñado un papel fundamental en España, siendo uno de los cultivos más relevantes desde la Edad Media hasta la era moderna. Su fibra, resistente y duradera, fue esencial para la fabricación de cuerdas, velas y redes utilizadas en la navegación, especialmente durante la época de los grandes descubrimientos. De hecho, las velas y cuerdas de las carabelas de Cristóbal Colón estaban hechas de cáñamo, y las fibras de esta planta también se empleaban para impermeabilizar los cascos de los barcos, permitiendo las travesías oceánicas que marcaron la expansión imperial española. Además, el cáñamo fue la materia prima de muchos papeles históricos, incluidos los utilizados para imprimir biblias y otros documentos importantes, gracias a su resistencia y durabilidad.
En regiones como el Valle del Jiloca —de donde es originaria la start-up Made in Hemp—, el cáñamo aspira a recuperar su papel como componente para municiones en su uso militar y explosivos para minería en su aplicación civil dual. A lo largo de sus más de cuatro siglos de funcionamiento, la Real Fábrica de Pólvora de Villafeliche, junto con los comúnmente denominados “molinos de pólvora”, constituyó una de las principales actividades económicas de la provincia de Zaragoza. La Real Fábrica compartió el abastecimiento de pólvora en España con las Reales Fábricas de Granada y Murcia. Este modelo fue implementado en Villafeliche y exportado a América y Filipinas para la creación de fábricas coloniales, debido a su alta rentabilidad y bajo coste para las arcas reales. Joseph Campillo, en un manuscrito de 1764 conservado en la Biblioteca del Palacio Real, reconoció la utilización del cáñamo como algo crucial y diferenciador respecto a la tradicional rama de sauce.
Siglos después, el cáñamo sigue siendo una de las fibras naturales más resistentes, ligeras y duraderas. Puede utilizarse en textiles militares (ropa, chalecos, cuerdas), composites para vehículos, materiales de construcción y aislamiento, e incluso bioplásticos y resinas para componentes aeroespaciales. Los materiales derivados del cáñamo pueden emplearse tanto en infraestructuras civiles (vivienda, logística y reconstrucción) como en aplicaciones militares (búnkeres, refugios, protección balística y uniformes avanzados).
Made in Hemp desarrolló su negocio con distintas verticales, ya que hace cinco años —e incluso ahora— existen retos importantes a abordar como industria. Aunque todas las líneas están centradas en las virtudes del cáñamo en el ámbito de la sostenibilidad, en ningún momento se ha enfocado en el sector farma. Durante los años de I+D se ha caracterizado la biomasa junto a la empresa líder en papel reciclado de Aragón. Se han realizado ensayos analíticos de carbono orgánico total con el CSIC Agroambiental, siendo una de las primeras acciones que demostraron que el cáñamo es nuestro aliado contra el cambio climático. También se envió fibra de procesamiento primario a una empresa textil, y con la canyamiza se ha trabajado con empresas de construcción para ensayos con bloques de cáñamo. Empresas como Modular Home o Hempcrete Spain son pioneras en la utilización del cáñamo en la construcción.
Volver a la senda del EU Green Deal
El cultivo del cáñamo, permite además una reducción importante de la huella de carbono respecto a otros materiales, al secuestrar grandes cantidades de CO2 y ser su cultivo rápido y eficiente ante el consumo de agua, algo determinante. Por lo que se alinea con los objetivos de descarbonización con la absorción de CO2 en biomateriales y el suelo. Una plantación de 100 hectáreas de cáñamo podría eliminar entre 867 y 1567 toneladas de CO2 por ciclo de cultivo. La mayor parte del CO2 se almacenaría en la biomasa aérea (biomateriales), mientras que una fracción menor permanece como carbono orgánico en el suelo tras la cosecha.
Por si no fuera suficiente, el cáñamo destaca como cultivo de fitorremediación, por su capacidad para limpiar y regenerar suelos degradados o contaminados. Su sistema radicular profundo y vigoroso permite extraer metales pesados y otros contaminantes, estabilizando y mejorando la estructura del suelo. Además, el cáñamo crece rápidamente y produce abundante biomasa, lo que facilita la absorción y almacenamiento de sustancias tóxicas en sus tejidos vegetales.
Esta planta es especialmente eficaz en suelos con bajo contenido de materia orgánica, como los de la región de Extremadura, donde el proyecto europeo MarginUp! impulsado por Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX) y el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario (CTAEX), ha demostrado que la rotación de cáñamo con cultivos tradicionales incrementa la materia orgánica y reduce la necesidad de riego. El cáñamo también contribuye a la aireación y porosidad del suelo, favoreciendo la actividad microbiana y la retención de agua. Además ayuda a controlar la erosión y a romper ciclos de enfermedades, mejorando la salud general del ecosistema agrícola. Por su adaptabilidad a condiciones adversas y su bajo requerimiento de insumos, el cáñamo es una herramienta clave para la recuperación y sostenibilidad de suelos marginales.
El futuro llegó: liderar la transición verde y el reto demográfico, desde los presupuestos de defensa
El debate sobre la dualidad tecnológica en Europa ya no es solo teórico: en Aragón o Extremadura, donde estamos trabajando, se comienzan a abrir puentes, y la convergencia entre defensa, sostenibilidad e innovación industrial está tomando forma tanto en las empresas de cáñamo para uso civil como en los Defence Hub. Este ecosistema, vertebrado alrededor de empresas, centros tecnológicos y administraciones públicas, demuestra que la apuesta por liderar la transición verde y el reto demográfico, desde los presupuestos de defensa, puede ser real y transformadora.
La coalición Hemp DualTech que impulsa Made in Hemp en colaboración con CTAEX y Sovereign Genetics, surgió como respuesta a los grandes retos planteados por el plan ReArm Europe. Busca fortalecer la autonomía tecnológica y la resiliencia industrial de las regiones dónde se cosecha cáñamo, sin renunciar a los objetivos climáticos, o por ejemplo, a los usos tradicionales agrícolas. Para mí, la región extremeña, se está posicionando como laboratorio de innovación en materia de cáñamo y pronto liderará las propuestas dualtech, donde los proyectos de defensa no solo generan empleo y riqueza, sino que también impulsan el desarrollo de tecnologías verdes y materiales avanzados.
La clave de este éxito radica en la colaboración público-privada y en la integración de la I+D+i que provean las start-ups de cáñamo dentro de la cadena de valor de la defensa. Empresas como INDRA, Airbus, Iturri, EM&G, Arpa, Expal o la Fábrica de Municiones de Granada, referentes nacionales en sistemas de armamento o materiales de emergencias, tienen un punto de encuentro con los miembros de la coalición Hemp DualTech. Además, todo el ecosistema está trabajando codo con codo con universidades y centros tecnológicos para llevar al mercado soluciones duales, eficientes y competitivas, que cuenten con el análisis de una tercera parte independiente.
La rápida implementación de un consorcio durante 2026 para optar al Fondo Europeo de Defensa, demostraría que la dualidad tecnológica no es una utopía, sino una realidad que ya está generando oportunidades para crear empleo cualificado en zonas rurales, diversificar la economía regional y posicionar a Extremadura como referente europeo en la transición tecnológica y el reto demográfico.
¿Un 5% del gasto en defensa? Siempre y cuando el 3% se destine a la agricultura que provea de biomateriales
España no se ha comprometido a invertir el 5% del PIB en defensa. Aunque la OTAN y algunos aliados han propuesto ese objetivo para 2035, el Gobierno español ha rechazado formalmente asumirlo, calificándolo de “irrazonable” e “incompatible” con el Estado del bienestar. El presidente Pedro Sánchez ha asegurado que el país solo destinará el 2,1% del PIB a defensa, cifra que considera suficiente para cumplir con los compromisos internacionales y las necesidades de las Fuerzas Armadas españolas.
En 2025, España invertirá aproximadamente 33.123 millones de euros en defensa, lo que representa el 2% del PIB. El objetivo oficial es alcanzar el 2,1% en los próximos años, lo que supondría unos 35.000 millones anuales. Si España tuviera que llegar al 5% del PIB, el esfuerzo presupuestario adicional sería de unos 80.000 millones de euros más cada año, según estimaciones del propio Gobierno y de medios económicos.
Ahora permítanme que hagamos un cálculo poco profundo que facilite la explicación de mi hipótesis. En España, aproximadamente el 74% del territorio nacional está en riesgo de desertificación, según datos recientes del Ministerio para la Transición Ecológica y diversas fuentes oficiales. Esto equivale a unos 37,5 millones de hectáreas clasificadas como zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, que son las más vulnerables a la degradación del suelo y a la pérdida de fertilidad.
Se evidencia un impacto significativo en la región del sureste peninsular, que incluye las comunidades autónomas de Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha. La superficie que presenta un riesgo alto o muy alto corresponde a una extensión de 9 millones de hectáreas. España se encuentra entre los países europeos más afectados por la desertificación, la sobreexplotación de recursos hídricos y las prácticas agrícolas deficientes, lo que sugiere una necesidad de intervención y análisis detallado para comprender las dinámicas subyacentes y desarrollar estrategias efectivas de mitigación y adaptación al cambio climático.
El coste medio de plantar y mantener una hectárea de cáñamo industrial en España se sitúa en torno a 1.000 euros por hectárea para cultivos al aire libre, considerando labores de preparación, siembra, insumos y manejo básico. Por tanto, restaurar 9 millones de hectáreas supondría un coste total estimado de 9.000 millones de euros para una campaña de plantación.
España aumentará su gasto en defensa en 0,1 puntos porcentuales del PIB de 2025 a 2026, pasando del 2% al 2,1% del PIB, lo que supone un incremento de unos 2.000 millones de euros anuales. El Gobierno ha rechazado comprometerse con porcentajes superiores, argumentando que un mayor esfuerzo sería “desproporcionado e incompatible” con el Estado del bienestar. ¿Pero y si lograra llegar al 2,66% del PIB sumando la inversión de 9.000 millones de euros (0,56% del PIB) del plan de agricultura regenerativa que proponemos con Hemp DualTech al 2,1% del PIB ya comprometido? Supondría poco más de medio punto anual de España, una cifra relevante pero asumible en el contexto de grandes políticas públicas o planes estratégicos nacionales.
Describamos el impacto positivo que lograremos con este agresivo plan Hemp DualTech de los presupuestos agrícolas para defensa:
Impacto climático con Hempositive: Como ya hemos comentado, el cáñamo industrial es uno de los cultivos más eficientes en la captura de carbono, con cifras que oscilan entre 8 y 22 toneladas de CO₂ por hectárea y año, dependiendo de las condiciones de cultivo y la variedad. Tomando un valor medio conservador de 15 tCO₂/ha/año, el secuestro total anual sería de 135 millones de toneladas de CO₂ capturadas cada año. Si se lograra implantar el cáñamo en toda la superficie degradada prevista (9 millones de hectáreas), el país podría compensar una parte muy sustancial de sus emisiones, facilitando el cumplimiento de los objetivos de absorción, y haciendo que España y Europa avancen hacia los objetivos del Acuerdo de París y la neutralidad climática antes de 2050.
Autonomía estratégica en municiones con Hempowder: Si, por ejemplo, elegimos 4 millones de hectáreas para la producción de nitrocelulosa para uso militar como aplicación de defensa -base de la pólvora sin humo y otros explosivos militares-, podríamos sustituir parte de las importaciones. La nitrocelulosa, que proviene en un 85% de China, se obtiene a partir de la celulosa de biomasa vegetal. El cáñamo contiene entre un 50% y 85% de celulosa, dependiendo de la parte utilizada y del proceso de extracción. La producción de biomasa seca por hectárea estaría entre 2.500 y 4.000 kg/ha (media: 3.250 kg/ha), siendo la celulosa extraíble (media: 70%), y la conversión de celulosa a nitrocelulosa cercana al 100% en peso, aunque en la práctica puede ser algo menor por pérdidas en el proceso. Por tanto, con grandes números, se podrían obtener hasta 20 millones de toneladas de nitrocelulosa anualmente, suficiente para cubrir ampliamente las necesidades de la industria militar europea.
Reforzar la soberanía alimentaria con Hemprotein: La capacidad de adaptación del cáñamo se manifiesta en su aptitud para cultivarse en suelos degradados, donde otros cultivos tradicionales, como el trigo, muestran rendimientos reducidos. El rendimiento medio del grano de cáñamo en España y Europa oscila entre 600 y 700 kg por hectárea. Por tanto, en 4 millones de hectáreas restauradas se podrían cosechar entre 2,4 y 2,8 millones de toneladas de grano de cáñamo al año.
El grano de cáñamo es una de las fuentes vegetales más completas y ricas en nutrientes. Contiene los nueve aminoácidos esenciales, lo que lo convierte en una proteína de alto valor biológico, similar a la de la carne, el huevo o la soja. Tiene un alto contenido proteico, aportando entre 25 y 30 gramos de proteína por cada 100 gramos, una cantidad comparable o incluso superior a la de muchas carnes y pescados. Es muy rico en omega 3 y omega 6, en una proporción ideal para la salud cardiovascular y antiinflamatoria. Respecto a las vitaminas y minerales, destaca en magnesio, hierro, potasio, zinc y vitamina E, superando a la carne en algunos de estos micronutrientes. Además, aporta fibra dietética y compuestos antioxidantes, ausentes en la carne.
Sustitución de plásticos y fibra de carbono con Hemplastics: La fibra de cáñamo ya se utiliza en la industria aeroespacial y automotriz para fabricar biocomposites ligeros y resistentes que sustituyen parcialmente a la fibra de carbono en paneles, interiores y componentes estructurales. Como ventajas, destaca que es un material renovable, biodegradable, con alta resistencia específica (relación resistencia/peso) y una menor huella de carbono que la fibra de carbono tradicional. Aunque la fibra de cáñamo puede ir sustituyendo progresivamente a la fibra de carbono en aplicaciones no críticas (paneles interiores, carenados y refuerzos secundarios), aún no iguala las propiedades mecánicas extremas de esta última en aplicaciones estructurales de máxima exigencia (alas, fuselajes principales y blindajes avanzados).
Con 500.000 hectáreas restauradas con la variedad adecuada de cáñamo, España podría producir hasta 1 millón de toneladas anuales de fibra de alta calidad. Esta producción permitiría sustituir progresivamente los plásticos y la fibra de carbono en muchas aplicaciones de la industria de defensa y aeroespacial, especialmente en componentes secundarios y biocomposites de los drones de tamaño medio. Estos suelen emplear entre 1 y 3 kg de fibra (normalmente de carbono, pero el cáñamo puede sustituirla en aplicaciones equivalentes) para su estructura principal, dependiendo del tamaño y la función del dron.
Sustituir el algodón por cáñamo para ahorrar agua en la industria textil: El cáñamo presenta una menor demanda hídrica, puesto que su proceso de producción requiere hasta cinco veces menos agua que el algodón para obtener una cantidad equivalente de fibra. En lo que respecta a la reducción del uso de insumos químicos, el cáñamo exhibe una notable resistencia a plagas y enfermedades, lo que minimiza la necesidad de emplear pesticidas y fertilizantes en su cultivo. La plantación de 500.000 hectáreas supondría un ahorro de más de 3.000 millones de metros cúbicos de agua por campaña, además de aportar ventajas en sostenibilidad, durabilidad y salud textil. Como propiedades, cabe destacar su mayor resistencia y durabilidad, ya que la fibra de cáñamo es hasta cuatro veces más resistente que la del algodón, lo que prolonga la vida útil de los productos textiles. El cáñamo es más absorbente y transpirable, por lo que es ideal para climas cálidos y para uniformes de defensa, emergencias y bomberos. Además, posee compuestos naturales que inhiben el crecimiento de bacterias y hongos, lo que aporta ventajas higiénicas.
Empleo rural y reto demográfico: Diversos estudios y experiencias internacionales estiman que el cultivo de cáñamo puede generar entre 10 y 17 empleos directos e indirectos por hectárea y año, incluyendo labores agrícolas, procesamiento, logística y transformación industrial. En la práctica, muchos de estos empleos pueden ser temporales o estacionales, pero el impacto sobre el empleo rural sería masivo y transformador. La especialización del cultivo y la transformación industrial del cáñamo requerirá personal técnico y cualificado en cada segmento. En nitrocelulosa, se necesitarán 80.000 empleos cualificados, como ingenieros agrónomos, técnicos en bioprocesos, operarios de plantas químicas y supervisores de calidad. En grano, serán necesarios 66.000 técnicos agrícolas, especialistas en postcosecha, control de calidad alimentaria e ingenieros en alimentos. Para la fibra destinada a drones, los perfiles requeridos serían ingenieros aeronáuticos, ingenieros en materiales, técnicos en composites y operarios de plantas de transformación avanzada, llegando a una necesidad de hasta 16.000 empleos cualificados. En el textil, serán necesarios 12.000 empleos cualificados, que podrían incluir a ingenieros textiles, técnicos en hilatura y tejeduría, y especialistas en calidad textil.
Conclusión
Perdonen que todos los datos de impacto fueron claramente calculados con Perplexity Research tras subir los papers y fuentes que consideré adecuados. Con este artículo solo deseo abrir el debate sobre cómo redefinir el gasto en defensa en clave sostenible. Hablemos en clave agrícola, defendiendo lo rural, que la sociedad no vea taaaaan lejano de su realidad como la inversión en aviones de quinta generación, tanques, drones, fragatas y submarinos. Solo necesitaba un ejemplo de cómo un simple 0,56% del PIB bien enfocado a la agricultura regenerativa y los biomateriales, a la circularidad, podría marcar la diferencia. Y favorecer una mayor ambición ante el concepto de dualtech. Parece bastante evidente que, si creas un dron militar, luego lo usarás para vigilar fronteras, catástrofes, etc. Debemos invertir en proyectos que realmente sean transformadores a largo plazo. Evitar los atajos.
El cáñamo, por su versatilidad y potencial estratégico, encaja plenamente en la visión dualtech de ReArm Europe. Pero existirán otros biomateriales que resuelvan problemas ecosistémicos que, si bien merecen una sólida PAC, creo que aún más merecen una demanda clara y estable de compradores a largo plazo. La utilización de biomateriales o munición con celulosa originada en Europa puede ser símbolo de la transición hacia una defensa más innovadora socialmente, autónoma y respetuosa con el medio ambiente.
José Lindo es cofundador y director del think tank The World in 2050 (España)
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