• 06/07/2024 13:28

De una relación simbiótica con el medioambiente a la irreversibilidad de la crisis climática: Horas inútiles junto al Sena de Alba E. Nivas

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Marcos Domínguez

Madrid, (EFEverde).- La relación consciente con la naturaleza va mucho más allá de atajar las problemáticas medioambientales. Es un estado en el que el ser humano y el medio interactúan de forma orgánica, como siempre lo han hecho, y aunque parezca que la gente se haya olvidado, «todos nosotros somos un apéndice más» de la Tierra, y por lo tanto «nos animan las mismas fuerzas».

De aquella íntima conexión con el medio físico y esa «necesidad vital» de querer escapar del frenesí de la ciudad, la poeta Alba E. Nivas. habla con EFEverde a propósito de su libro ‘Horas inútiles junto al Sena’ (editorial CTXT).

Nivas presenta a un sujeto que sufre ante una sociedad cada vez más centrada en sí misma, y que busca desesperadamente un refugio natural con el que poder conectar.

En concreto, «el gran problema de nuestra sociedad occidental es que hemos creado una distancia con respecto a la naturaleza y hemos establecido una relación de separación y de voluntad de dominio», señala la autora sobre lo que considera un momento histórico en el que el desarrollo tecnológico ha acrecentado esta ilusión de separación.

«El cuerpo está hecho de los mismos elementos que la naturaleza», argumenta Nivas, para enfatizar en que no existe una dualidad que enajene a los seres humanos de su entorno; sino que: «somos tierra, nuestro cuerpo es tierra y necesita ese contacto» con el medioambiente.

Las ciudades: un nicho de angustia

Para ella, olvidarse de esta íntima relación es como crear «una estructura en la que estamos solo los humanos». Y esa cosmovisión antropocéntrica está a su juicio detrás de muchos de los problemas ambientales de la actualidad, como la crisis climática o la destrucción de los hábitats, además de afecciones psicológicas como el estrés y la ansiedad.

Un ejemplo de esta separación se ve en la ciudades donde «existe mucha agitación», señala la escritora. En su libro describe la constante sensación de nostalgia y claustrofobia que sentía mientras caminaba por las calles de París y recuerda que cuando vivió en Madrid tenía esa misma «necesidad vital» de marcharse.

Tomar contacto con el medio físico «como los árboles, los animales y ríos», era lo que más necesitaba, le embargaba una sensación de «melancolía por no ver los ritmos de las estaciones y la belleza natural», reconoce Nivas.

Especialmente en esos espacios urbanos expresa que se respira cierto ambiente de nerviosismo, donde la sociedad vive a «un ritmo más acelerado con respecto a la naturaleza». Por ello, la autora habla de sincronizarse con el entorno, y menciona una técnica japonesa denominada ‘Shinrin yoku’ o «baños forestales».

La idea tras esta práctica es pasar tiempo en el bosque de una forma meditativa con el fin de «sentirnos naturalmente conectados» y con la que pararse y sentir el entorno, explica.

Parir la crisis climática

En relación a las amenazas actuales que acucian a la sociedad global, Nivas contesta que «las primeras contracciones han empezado y el proceso es como el de un parto irreversible», dice en referencia al cambio climático y a la necesidad de actuar para sortear sus consecuencias.

Este simil sugiere que los efectos de la crisis ecológica ya están aquí y para ella es «como si estuviéramos avanzando hacia algo que es desconocido».

«Yo es lo que siento colectivamente», afirma, «y va a traer consigo cambios en nuestro núcleo más íntimo para desarrollar una relación diferente con la realidad».

Nivas cree que «estamos viviendo un colapso a cámara lenta»: las tensiones geopolíticas por los recursos naturales, el colapso de los ecosistemas, el agotamiento de los recursos hídricos son algunos fenómenos que abocarán a la humanidad a unas condiciones de vida más difíciles donde la solidaridad y la ayuda serán esenciales.

Ese cambio empezará por la concienciación y todos aquellos presupuestos mentales están empezando a modificarse, celebra. «La presión del peligro al que nos enfrentamos hace que mucha gente esté siendo consciente de su capacidad para actuar y dar forma a una sociedad distinta», dice.

Un rincón para el optimismo

Por otro lado, desde la pandemia, Nivas ha observando un cambio en la sensibilidad de las personas con respecto a su entorno más próximo. Explica que la COVID-19 puso de manifiesto la conexión con otros seres vivos y el peligro de contagio.

«Por primera vez la humanidad se encontró con un problema que pudo ver no cómo una declaración ecologista, sino como una realidad biológica», aduce.

Además, el confinamiento provocó esa necesidad de «reconectar con la naturaleza», sobre todo en personas que lo pasaron en zonas urbanas. Opina que ese deseo también se está expandiendo y hace que la gente esté más unida.

«Lo que está despertando es ese núcleo íntimo que nos une a todos, algo que nos conecta a unos con otros y nos hace ser más compasivos con respecto a los animales y los seres vivos; es ahí donde creo que hay un verdadero cambio», concluye.

‘Horas inútiles junto al Sena’ habla de ese nuevo sujeto que, expuesto a los conflictos sociales y actuales, busca desesperadamente la unión con la naturaleza y donde aparece como un rayo de esperanza la creación de un mundo «más feliz y más pleno». EFEverde

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Artículo de Marcos Dominguez publicado en https://efeverde.com/relacion-naturaleza-irreversibilidad-crisis-climatica-horas-inutiles-sena/