Madrid, 20 oct (EFE).- Desde la dana que azotó Valencia hace un año con catastróficas inundaciones, hasta los incendios que arrasaron miles de hectáreas este verano y temperaturas cada vez más sofocantes: España sufre los impactos de una emergencia que exige un mapa «actualizado» de riesgos climáticos para «adaptar» el urbanismo y excluir puntos «vulnerables».
Uno de los problemas de algunos mapas de riesgos es que están quedando «desfasados» respecto a las zonas inundables; en algunos casos se están quedando «cortos» en las delimitaciones, como evidenció el barranco del Poyo con la dana de Valencia de 2024.
Así lo explica en declaraciones a EFE el geólogo Gerardo Benito, profesor de Investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, experto en hidrología e inundaciones, cuyos trabajos se centran en el análisis de sedimentos antiguos para reconstruir eventos extremos de inundaciones de los últimos siglos y evaluar la peligrosidad de posibles nuevas catástrofes.
Benito ha adelantado datos preliminares de una investigación en la que está inmerso, del CSIC y la Dirección General del Agua del Ministerio para la Transición Ecológica, que revela a partir de series de datos de los últimos siglos, que la dana de Valencia de hace un año «podría haber sido la mayor inundación» en esa zona en los últimos 300 años.
«Aunque se han registrado inundaciones históricas comparables, parece que este evento habría superado los máximos anteriores». Se necesitan datos extensos en el tiempo para corroborar su atribución al cambio climático, pero «sí podría haber tenido implicación» dicha emergencia en la catástrofe de Valencia, ha admitido el experto.
Ha advertido de que en algunas zonas de alto riesgo de inundación persisten infraestructuras como escuelas, centros de salud o residencias de personas mayores de especial vulnerabilidad por los colectivos que acogen, y ha añadido que lo ocurrido en Valencia debería servir para adaptar el urbanismo y la planificación del territorio a los retos que impone el clima.
Identificar puntos vulnerables
«Se necesita un mayor esfuerzo para identificar estas infraestructuras consideradas vulnerables que están dentro de áreas de riesgo y actuar en consecuencia: ya sea con restricciones o trasladándolas a otros lugares más seguros», ha asegurado Benito.
Al problema de las lluvias se sumó el del urbanismo en Valencia, ya que en ocasiones se han ocupado zonas por donde en el pasado circulaba el agua durante los desbordamientos, y que en la tragedia de 2024 recuperaron el espacio que les correspondía como llanura de inundación, anegando calles y zonas urbanizadas antes de llegar al litoral.
Benito, involucrado previamente en dos informes del panel intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU, es miembro del Grupo de Asesoramiento en Desastres (GADE) del CSIC, cuyos datos han contribuido al abordaje de emergencias como el volcán de La Palma, incendios forestales o danas.
Según ha recordado, existen mapas oficiales de peligrosidad y riesgo de zonas inundables disponibles a través del visor del Ministerio para la Transición Ecológica; cualquier persona puede ver si su casa o su área de residencia está en algún punto de riesgo pero «la ciudadanía no suele utilizarlos», muchas veces porque desconoce su disponibilidad, ha dicho.
Actualmente el Ministerio está finalizando el tercer ciclo de revisión de estos mapas de riesgo de zonas inundables; de hecho las inundaciones son las catástrofes naturales más frecuentes y destructivas en España, de acuerdo a los datos.
El peligro de la ocupación de los ríos
«Estamos ocupando el territorio que pertenece a los ríos», lo que provoca inundaciones de ramblas, barrancos y zonas urbanas no adaptadas. El arco mediterráneo español es una zona especialmente vulnerable porque combina lluvias torrenciales cada vez más frecuentes con un crecimiento urbanístico que no siempre ha tenido en cuenta la peligrosidad hidrológica.
«Parece que está aumentando la frecuencia de lluvias muy intensas de corta duración, sobre todo en el Mediterráneo; se están registrando hasta 185 litros por metro cuadrado en una hora y 770 litros en 24 horas», ha explicado.
Además, «estamos viendo cómo estas lluvias intensas se trasladan hacia el interior de la península; zonas como Albacete o el interior de la Comunidad Valenciana se están viendo también muy afectadas».
La responsabilidad frente a las inundaciones no debe recaer solo en el Gobierno sino en el conjunto de la sociedad. «En Japón, todos los niños saben qué hacer ante un terremoto; aquí, muchos no sabrían cómo actuar ante un SMS de alerta por riesgo de inundación”, según el experto.
Sequías, calor y cambio climático
Benito también se ha referido a otras catástrofes como las sequías. Las evidencias científicas en este caso sí son «mucho más contundentes» sobre su vinculación con el cambio climático respecto a las inundaciones en las que influyen varios factores, no solo las lluvias sino también los usos del suelo y el urbanismo.
«Claramente están aumentando las olas de calor en duración e intensidad, con récords de temperaturas y de periodos secos en comparación con los últimos mil años».
«Estamos bastante lejos» de limitar el aumento de temperatura global a 1,5 o 2 grados, como recomiendan los científicos para evitar las peores consecuencias climáticas sobre el planeta.
«Parece que estamos alcanzando esos niveles más rápido de lo esperado», las medidas de mitigación son insuficientes, «es una batalla prácticamente perdida desde hace tiempo», concluye el experto. EFE
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