Por Fernando Díaz
Director de Infraestructuras de Incatema
Un reto creciente para la calidad del agua
En la lucha por preservar la calidad de nuestros recursos hídricos, las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) han sido tradicionalmente la primera línea de defensa. Sin embargo, un nuevo tipo de enemigo, invisible y persistente, ha comenzado a desafiar su eficacia: los contaminantes emergentes. Estos compuestos —que incluyen productos farmacéuticos, pesticidas, drogas ilícitas, cosméticos y plásticos— no están regulados por la normativa actual y representan una amenaza creciente para la salud ambiental y humana.
Históricamente, las EDAR fueron diseñadas para eliminar contaminantes inertes (sólidos macroscópicos o grasas flotantes que pueden provenir de inodoros o alcantarillas), así como contaminantes orgánicos y nutrientes como nitrógeno y fósforo. No obstante, el desarrollo de la sociedad moderna y el uso masivo de productos químicos plantean la necesidad de dar un paso más en la concepción y aplicación de tecnologías capaces de tratar esta nueva gama de sustancias. Al no haber sido concebidas para ello, la mayoría de estos compuestos microscópicos atraviesan los procesos convencionales de depuración, llegando a los ecosistemas acuáticos e incluso a la cadena alimentaria.
¿Qué son los contaminantes emergentes y de dónde provienen?
Los contaminantes emergentes son un grupo heterogéneo de sustancias químicas presentes en el medio ambiente pero que no son monitoreadas ni reguladas habitualmente. Su nombre proviene de su reciente reconocimiento y de la falta de información completa sobre sus efectos a largo plazo.
El origen de estos contaminantes es diverso y refleja los hábitos de consumo de la sociedad:
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Productos farmacéuticos: antibióticos, antiinflamatorios, hormonas (como anticonceptivos) y antidepresivos que se excretan y terminan en las aguas residuales.
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Productos de cuidado personal: filtros UV de protectores solares, triclosán de jabones antibacterianos y almizcles sintéticos de perfumes.
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Pesticidas y herbicidas: residuos agrícolas que se filtran al subsuelo y llegan a aguas superficiales.
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Drogas ilícitas: restos de cocaína, anfetaminas y otras sustancias, cada vez más frecuentes en aguas residuales.
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Microplásticos: partículas procedentes de la degradación de plásticos, fibras sintéticas de ropa y cosméticos.
El desafío en las depuradoras: agua y fangos
El problema de los contaminantes emergentes se manifiesta en dos puntos críticos de las EDAR: la línea de agua y la línea de fangos.
En la línea de agua, los procesos físicos y biológicos convencionales no logran degradar la mayoría de estos compuestos. Algunos antibióticos, por ejemplo, generan resistencia bacteriana que compromete el funcionamiento de la depuradora. Esto obliga a considerar nuevas tecnologías de tratamiento, como la ozonización, los procesos de oxidación avanzada o el uso de carbón activo, que si bien son eficaces, elevan de forma considerable los costes operativos.
En la línea de fangos, el residuo sólido que se genera tras el tratamiento actúa como sumidero de muchos contaminantes. Sustancias como plaguicidas y fármacos tienden a acumularse en los fangos por su carácter hidrófobo. Esto es preocupante porque dichos fangos se emplean a menudo como fertilizantes agrícolas. Su aplicación puede transferir contaminantes emergentes al suelo, las plantas y, finalmente, a los cultivos que consumimos, cerrando así un ciclo de contaminación silenciosa.

El futuro de la depuración y la salud pública
La gestión de los contaminantes emergentes se ha convertido en una prioridad para científicos y autoridades. La solución requiere un enfoque integral basado en regulación, innovación tecnológica y concienciación ciudadana.
Es urgente actualizar la normativa para incluir estos compuestos en las listas de sustancias a monitorear y regular. Al mismo tiempo, es esencial invertir en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías de depuración que adapten las infraestructuras actuales a los desafíos emergentes.
Finalmente, la responsabilidad individual es clave: desde la correcta eliminación de medicamentos caducados hasta la reducción del consumo de productos con microplásticos, cada acción ayuda a mitigar la carga de contaminantes en nuestras aguas.
El desafío de los contaminantes emergentes nos recuerda que la salud de los ecosistemas y la nuestra están estrechamente ligadas. Enfrentar esta amenaza invisible es imprescindible para garantizar un futuro con agua limpia y segura para todos.
ernando Díaz
Director de Infraestructuras de Incatema
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