Madrid/Belém (Brasil), 22 nov (EFEverde).- La comunidad internacional cierra la COP30 con la vista puesta ya en la COP31 de Turquía, donde se espera que el proceso multilateral dé un salto cualitativo en transparencia, participación y responsabilidad climática, porque aunque los avances de Belém han sido discretos, la cumbre ha dejado señales claras de por dónde debe transitar la diplomacia climática para recuperar credibilidad y acelerar la acción.
La conocida como “COP de la Verdad” no siempre cumplió con esa promesa, pero sí permitió identificar los puntos críticos que deberán abordarse antes de la cita de 2026.
Así lo expresó Brice Böhmer, responsable de clima y medio ambiente de Transparencia Internacional, al señalar que el encuentro “aportó poco a restablecer la confianza en las negociaciones climáticas globales” y evidenció la necesidad de reforzar las reglas del sistema.
La justicia climática y los pueblos indígenas, en el centro del debate
Uno de los elementos más valorados en Belém fue la fuerza de la sociedad civil —especialmente de comunidades indígenas y de primera línea— para recordar a los negociadores qué está en juego. Historias como las de los garífuna, que denunciaron la pérdida de tierras por la expansión del aceite de palma, subrayaron el vínculo inseparable entre crisis climática, derechos humanos y soberanía territorial.
Algunas de estas preocupaciones quedaron reflejadas en el programa de trabajo para una transición justa y en el reconocimiento explícito, en el Plan de Acción de Género, del papel de defensoras ambientales y comunidades locales.
Sombras: presión corporativa y escasos avances en fósiles
Pese a estos pasos, la COP30 volvió a mostrar la fuerte presencia de industrias de alto impacto ambiental. Grupos ligados a los combustibles fósiles superaron de nuevo en número a las delegaciones de países vulnerables, y la influencia de sectores como la agricultura industrial o la captura y almacenamiento de carbono fue evidente en las discusiones sobre mercados de carbono y transición energética.
Böhmer lamentó que “no se lograra ningún avance en combustibles fósiles ni deforestación”, y que la cumbre cerrara únicamente con el compromiso de Brasil de elaborar dos hojas de ruta en estas áreas.
La presencia reforzada de seguridad y zonas militarizadas en torno a las protestas también generó críticas sobre el acceso desigual a los espacios de negociación, que muchos activistas interpretaron como un signo de exclusión.
Turquía 2026
De cara a la COP31, Transparencia Internacional plantea un mensaje directo: el multilateralismo climático sigue siendo imprescindible, pero necesita reglas más firmes para evitar interferencias indebidas y garantizar que las decisiones se basen en evidencia y no en presión corporativa.
Entre las reformas urgentes destacan:
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Normas estrictas de transparencia sobre afiliaciones de delegados y conflictos de interés.
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Límites claros y regulados a la participación de industrias de combustibles fósiles.
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Protección de la integridad de la información, en línea con el preámbulo del Mutirão Global adoptado en Belém, para frenar la desinformación climática y los ataques a activistas.
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Mayor protagonismo de pueblos indígenas y comunidades locales, no solo en presencia sino en capacidad real de incidencia.
Ética y acción: evitar que el progreso sea frágil
El Balance Ético Global, impulsado por la Presidencia de la COP30, llamó a situar la ética en el centro de la acción climática. Pero, tal como advirtió Böhmer, este principio no será suficiente mientras persistan las brechas estructurales que quedaron expuestas en Belém.
Consciente de este desafío, la sociedad civil se marcha de Brasil con una determinación clara: asegurar que las próximas negociaciones estén guiadas “por la verdad y por las personas, no por los contaminadores”. EFEverde
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