Madrid, 31 oct (EFEverde).- La 44ª reunión anual de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA o CCAMLR, por sus siglas en inglés) ha finalizado en Hobart (Australia) sin acuerdos clave para la protección del Océano Austral, pese a dos semanas de negociaciones intensas y al creciente apoyo internacional a nuevas áreas marinas protegidas.
El mensaje dominante de esta cita ha sido la firmeza con la que un amplio bloque de países ha defendido la conservación de la Antártida frente a la presión para ampliar la pesca industrial en uno de los ecosistemas más frágiles del planeta.
“Los países comprometidos con la conservación demostraron que el futuro de la Antártida no puede estar dictado por quienes anteponen la pesca a la protección”, ha señalado la directora ejecutiva de la Coalición Antártica y del Océano Austral (ASOC), Claire Christian.
“Los principales defensores se mantuvieron unidos en defensa de la vida marina y enviaron un mensaje claro: la conservación, el propósito fundacional de la CCAMLR, debe seguir siendo primordial”.
Unidad frente a la expansión pesquera de Kril
Chile, Argentina, la Unión Europea y sus Estados miembros, Nueva Zelanda, la República de Corea y otros países lograron frenar propuestas para expandir la pesca de kril -base de la cadena alimentaria antártica- en zonas donde se concentran pingüinos, focas y ballenas, sin salvaguardias suficientes para garantizar su supervivencia.
El kril, diminuto crustáceo esencial en el ecosistema antártico, es objeto de una industria en auge atraída por su uso en suplementos nutricionales y alimentos para acuicultura.
“No se puede gestionar el kril ignorando a los depredadores que dependen de él”, advirtió la responsable de Conservación Oceánica de WWF-Australia, Emily Grilly. “La ciencia es clara: mantener saludables las poblaciones de pingüinos y ballenas requiere una gestión precautoria y áreas marinas protegidas que resguarden su hábitat”.
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El gran objetivo pendiente: la Península Antártica
La propuesta de crear un Área Marina Protegida (AMP) en la Península Antártica, impulsada por Chile y Argentina y respaldada por más de 150 estudios científicos, sigue estancada.
Esta AMP forma parte de un paquete de cuatro propuestas aún por aprobar que, junto con las protecciones ya existentes, cubrirían el 26 % del Océano Austral —casi el 3 % del océano global— y representarían un avance significativo hacia el compromiso internacional de proteger el 30 % de los mares para 2030.
Aunque no hubo acuerdo, diversos observadores consideran que la reunión marca un punto de inflexión. La creciente cohesión del bloque conservacionista refuerza las expectativas de que la CCAMLR termine alineándose con el reciente Tratado de Alta Mar y con la aceleración global de políticas de protección oceánica.
Falta de acción climática
La Comisión tampoco logró aprobar la designación de un nuevo Ecosistema Marino Vulnerable (EMV), pese a la evidencia en vídeo de especies bentónicas frágiles propuesta por científicos. La objeción de dos miembros impidió la protección del fondo marino, una decisión que genera inquietud por la falta de coherencia con decisiones previas.
El cambio climático, uno de los mayores riesgos para la región, se discutió sin traducirse en acciones concretas. “La Antártida se calienta más rápido que casi cualquier otro lugar del planeta, pero la CCAMLR sigue tratando el clima como un asunto secundario”, criticó Eunhee Kim, directora del Instituto de Investigación Oceánica y Climática. “Proteger la resiliencia de estos ecosistemas requiere decisiones ya, no dentro de diez años”.
Transparencia pesquera
Como punto positivo, la CCAMLR adoptó nuevas reglas para el transbordo —transferencia de captura entre buques en alta mar— que obligan a que todas las embarcaciones figuren en una lista pública, reforzando la transparencia y la lucha contra la pesca ilegal.
Aun así, para las organizaciones conservacionistas el balance general es insuficiente. “Mientras el resto del mundo avanza con nuevos compromisos oceánicos, la CCAMLR permanece estancada”, advirtió Christian. “La voluntad demostrada por muchos países este año confirma que el cambio es posible. Pero sin resultados tangibles, este organismo pionero corre el riesgo de quedarse atrás”. EFEverde
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