• 03/10/2025 09:59

David Muñoz, Asociado Senior de Administrativando Abogados: “La ausencia de una auténtica carrera basada en el esfuerzo, me llevó a dejar la función pública”

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David Muñoz Zapara

David Muñoz Zapara

Entrevistamos a David Muñoz Zapara, Asociado Senior de Administrativando Abogados, la boutique de referencia en Derecho Administrativo y Contencioso – Administrativo de España y que se proyecta a nivel internacional mediante acuerdos best friends en Oporto, París, Italia, República Dominicana, Panamá y Costa Rica.

La firma, fundada y dirigida por el prestigioso y conocido abogado, Antonio Benítez Ostos, defiende asuntos de máximo nivel, de gran trascendencia social, política y jurídica y de alto impacto mediático.

A lo largo de la trayectoria de sus profesionales, han asesorado a empresas cotizadas, multinacionales, clubes de fútbol, fondos de inversión, a los cuerpos de élite del Estado, autoridades públicas, grupos políticos con representación en el Congreso, importantes Asociaciones y a Administraciones Públicas, entre otros muchos perfiles.

El pasado 2024, la firma cerró con un importe neto de facturación superior a 1.5 millones de euros, creciendo, con respecto al ejercicio anterior, un 37.67% y duplicando prácticamente su equipo de trabajo con un total de 25 profesionales (incluyendo partners internacionales). En el primer semestre de 2025, la firma ha crecido un 30% en facturación y un 20% en rentabilidad, alcanzando importes récords y apuntando a los 2 millones de euros.

A primeros de este ejercicio, se conocía el prestigioso ránking de Expansión que situaba a Administrativando Abogados entre las firmas con mayor facturación y rentabilidad de España durante el 2024. Asimismo, situaba a la firma como líder en Derecho Administrativo y Contencioso – Administrativo a nivel nacional al haber sido la única boutique de dicha especialidad en haber logrado posicionarse en tan suculento ránking.

Asimismo, la web Administrativando Abogados fue la más visitada en España durante el 2024 en materia de Derecho Administrativo y Contencioso Administrativo, alcanzando una media de 201,000 visitas mensuales y superando los 2 millones de visitas en el año.

Entrevistamos a uno de los miembros del despacho. Concretamente a David Muñoz Zapata, que dejó la función pública donde desarrolló su carrera profesional durante más de diez años, para incorporarse a la firma. Doctor en Derecho por la Universidad de Castilla-La Mancha, cuenta con varios Máster en la especialización, docente en la universidad de Castilla-La Mancha y ex diputado de las Cortes en dicha comunidad autónoma, en su X legislatura, participando durante la misma en la ponencia de veinticuatro leyes.

P.-¿Qué le llevó a dejar la función pública?

R.-Profesionalmente es habitual que todos lleguemos a un punto en el que nos acomodamos en una zona de confort. Eso no es necesariamente negativo, depende de las circunstancias personales de cada uno. En mi caso, no quería estancarme y estaba en un puesto en el que no estaba aprendiendo nada, no estaba creciendo y me sentía frustrado.

Quería un cambio, quería volver a ilusionarme con algo, aunque ello implicara salir de la zona de confort, y Antonio Benítez Ostos me dio la oportunidad de hacerlo en Administrativando Abogados.

P.-¿Qué carencias tiene la función pública en España?

R.-El principal problema que yo le veo es la ausencia de una auténtica carrera administrativa basada en el esfuerzo y en el cumplimiento de objetivos por parte del funcionario, además de la dificultad de movilidad entre puestos.

En general, se asciende de puesto por el trascurso del tiempo, porque en la mayoría de los concursos el principal mérito que se evalúa es el tiempo de servicio y no la evaluación del desempeño, que sigue siendo una quimera.

Ello se contrapone con que, si un funcionario que desea trabajar en una unidad distinta y los responsables de dicha unidad desean que ese funcionario trabaje con ellos, las limitaciones normativas impiden que se lleve a cabo y, al final, el funcionario no se puede mover de su puesto y la unidad que le desea por su capacidad o competencias no lo puede incorporar. El resultado es que el funcionario queda encerrado en una jaula de oro y la unidad no incorpora un recurso humano que le puede ayudar a cumplir sus objetivos.

En conclusión, ni ascienden los mejores ni los mejores se puede incorporar a puestos donde su expertise sería mejor aprovechada para el servicio público y el interés general.

Aunque es generalizar, eso no ocurre en el sector privado. Si te esfuerzas, asciendes, y si no te ves reconocido a pesar de tu esfuerzo, puedes salir al mercado a encontrar algo mejor. Es cierto que la legislación laboral española no pone facilidades para ello, pero en el sector privado el buen profesional tiene una capacidad de negociación de la que carece el buen funcionario.

P.-¿Por qué piensa que hay una huida de muchos funcionarios al sector privado?. En Abogacía del Estado es muy típico

R.-Eso ocurre en los cuerpos top de la Administración, como Abogacía del Estado o Inspección de Hacienda, en los que pasarse al sector privado supone el acceso a sueldo muy altos.

Sin embargo, fuera de esos cuerpos top, creo que es algo que no ocurre y que, incluso, la transferencia de profesionales está siendo en el sentido contrario.

Llevamos varios años con una oferta de empleo público récord y eso está llevando a que muchos trabajadores del sector privado se dediquen a estudiar oposiciones, no porque tengan una vocación de servicio público o porque conozcan y les atraiga el trabajo burocrático que se desarrolla en las Administraciones, sino porque quieren un puesto de trabajo fijo, con una jornada laboral corta y con mayores posibilidades de conciliación con la vida personal, además de que las estadísticas laborales demuestran que, a igual titulación, hay una mayor retribución en el sector público que en el sector privado.

Es el canto de sirena de la función pública pero, como en la Odisea de Homero, si te dejas atraer por el canto puedes acabar estrellado contra las rocas de un puesto de trabajo tedioso del que no puedes salir, como explicaba en la anterior pregunta.

P.-En su etapa previa como diputado de las Cortes de Castilla-La Mancha en su X Legislatura, ¿qué se llevó de la política?

R.-El orgullo de haber sido un representante del pueblo, la satisfacción de haber trabajado con honestidad y dedicación y el placer de haber visto mi trabajo reconocido por adversarios, medios de comunicación y ciudadanos anónimos.

Aunque vivimos una era de denostación de la política, no sin motivos, y aunque no toda mi experiencia fuera vino y rosas, no me arrepiento de haber dedicado algunos años de mi vida a un proyecto político como fue Ciudadanos. Si volviera atrás, lo volvería a hacer porque no me arrepiento, pero a día de hoy ya no volvería a la política. Es una etapa pasada.

La res pública me sigue interesando como ciudadano. En la antigua Grecia al ciudadano que no le interesaban los asuntos públicos se le calificaba de «idiota» y ese no es mi caso, pero creo que la política debe ser un paréntesis en la carrera profesional. Yo ya abrí y cerré ese paréntesis, y ahora sigo escribiendo mi carrera en Administrativando Abogados.

P.-¿Por qué Administrativando Abogados?

R.-Porque, como dice la canción de Joaquín Sabina, «nos sobran los motivos».

Soy Doctor en la especialidad de Derecho público, tengo un Máster en contratación pública y un Máster en Derechos fundamentales y libertades públicas y he trabajado más de diez años en la Administración pública. Si de algo sé en esta vida es de Derecho administrativo. Es mi especialización, es lo que me gusta y es lo que se me da bien.

Obviando las grandes estructuras jurídicas multidisciplinares, que no se encuentran al alcance de todo el mundo para contratar sus servicios, no hay ningún despacho de abogados en España que posea la hiperespecialización en Derecho administrativo que posee Administrativando. Su dedicación en exclusiva a esta materia me permite trabajar solo en lo que me gusta y crecer profesionalmente en el campo del Derecho que me gusta.

Por otro lado, es un despacho en claro crecimiento y con gran proyección. Uno no se sube a un barco que no sabe dónde va ni si llegará. Antonio Benítez Ostos sabe dónde va Administrativando y lo pilota viento en popa a toda vela.

Además, es un despacho que, gracias a una equilibrada combinación de veteranía y juventud, se está anticipando con acierto al futuro de la abogacía, sustituyendo las antiguas librerías cargadas de enormes tomos jurídicos por las oportunidades que ofrecen la tecnología, las redes sociales y la inteligencia artificial.

P.-¿Cuál piensa que es el secreto de la boutique para que en apenas cinco años se haya posicionado como líder a nivel nacional en derecho administrativo y contencioso – administrativo?

R.-Como todo proyecto empresarial exitoso, no solo en el ámbito de la abogacía, Administrativando Abogados ha detectado una necesidad real en el mercado que no estaba siendo atendido por la oferta de servicios existente.

El Derecho administrativo es una rama jurídica de gran complejidad técnica y está mucho más presente en la sociedad de lo que a veces somos conscientes: contratos públicos, subvenciones, expropiaciones forzosas, impuestos, denegación de licencias de todo tipo, medio ambiente, acceso a la función pública, disciplina deportiva, urbanismo, Administraciones que no cumplen con sus obligaciones y Administraciones que provocan daños a particulares, sanciones administrativas en un sinfín de materias…

Además, el ciudadano cada vez es más consciente de sus derechos como individuo frente a la Administración pública, incluso si esta es su empleadora, y ahora reclama, impugna, recurre… Se planta y dice: «hasta aquí hemos llegado». Sin embargo, los despachos generalistas no tienen la especialización suficiente para enfrentarse con solvencia a Abogados del Estado o Letrados de Comunidades Autónomas y grandes Ayuntamientos, que están altamente cualificados.

Y ahí tiene su espacio Administrativando Abogados, ofreciendo una dedicación exclusiva al Derecho administrativo, lo que le permite poseer una hiperespecialización en la materia.

P.-Tanto el resto de miembros de Administrativando Abogados como usted, están muy ligados a la docencia, ¿qué le aporta ser profesor universitario?

R.-La docencia proporciona la satisfacción personal de contribuir en la formación de otras personas que, generalmente, son jóvenes y tienen toda una carrera profesional por delante.

Todos recordamos a algún profesor o profesora que nos marcó, que ejerció sobre nosotros su magisterio y nos convirtió en los profesionales que somos hoy, que nos enseñó algo que, quizá, en su momento no nos pareció importante o útil, pero que años después nos dimos cuenta de que era algo esencial.

Preparar una clase, impartirla y atender a un alumno o alumna pensando que algún día te recordará como tú recuerdas a tus buenos profesores, es una motivación extraordinaria y una satisfacción profesional que solo te puede otorgar la docencia.

Más allá de esa satisfacción profesional, la docencia y la investigación te permiten mantenerte permanentemente actualizado en legislación y jurisprudencia, lo que redunda en beneficio del día a día dentro del despacho.

P.-¿Qué piensa que se debería de reformar en la Administración Pública?

R.-Hay muchas reformas que emprender. Algunas son ya antiguas y llevan guardadas en un cajón desde hace demasiado tiempo. Otras, como el papel que debe jugar la inteligencia artificial en la prestación de servicios públicos y en el ejercicio de potestades administrativas, son nuevas.

No obstante, si me pide una, le digo que la reforma más necesaria es la de la función pública o, mejor dicho, la gestión de recursos humanos en la Administración pública, desde el acceso hasta la formación continua, pasando por la evaluación del desempeño y la movilidad.

Por ejemplo, no puede ser que sigamos teniendo un sistema de oposiciones decimonónico donde la única competencia que se mida sea la memorística cuando en la actualidad, existiendo potentes herramientas profesionales de acceso a cualquier tipo de información de forma inmediata, la memoria sea precisamente la competencia menos demandada por el mercado de trabajo.

Además, la reforma de la función pública es transversal y supondría una palanca para muchas otras mejoras.

P.-¿Qué cambios precisa la jurisdicción contencioso – administrativa para ser más ágil?

R.-En general, toda la Administración de Justicia requiere de más medios para agilizar los procedimientos, pero si nos referimos en particular a la Jurisdicción Contencioso-Administrativa hay cuestiones específicas.

Hay algo principal, previo a la Jurisdicción, y es que continúa habiendo un abuso del silencio por parte de la Administración pública que, en la práctica, continúa siendo negativo y obliga al ciudadano a acudir a los Juzgados.

Por otro lado, sería beneficioso revisar ciertos plazos cuya duración no tienen sentido en una justicia digital, como el plazo de 20 días que tiene la Administración para remitir el expediente o el de 30 días para la personación ante los Tribunales Superiores de Justicia en los recursos de apelación. Son plazos excesivos para trámites que no poseen complejidad.

Por otro lado, el procedimiento abreviado debería abarcar más materias y experimentar una reforma más profunda y efectiva para evitar vistas innecesarias que la que ha llevado a cabo la Ley Orgánica 1/2025.

Por último, extender los medios de solución extrajudicial a esta Jurisdicción puede ser beneficioso pero, personalmente, soy bastante escéptico, ya que las Administraciones públicas no son dadas a negociar. Ya existe desde hace mucho tiempo previsión legal para la terminación convencional de los procedimientos administrativos y en la práctica es algo residual, lo cual, creo que se daría también en los procesos contencioso-administrativos.

P.-¿Qué consejos daría a los jóvenes abogados que aspiran a una trayectoria profesional tan fructífera como la suya?

R.-Por un lado, que se esfuercen y que sean ambiciosos, pero que lo hagan desde los límites de la ética y del sentido común. Ningún sueldo merece un deterioro de la salud mental o física, ganar un juicio no merece la pena si para ello tienes que actuar con mala fe, ningún puesto de trabajo merece dejar de ser una buena persona.

Y, por otro lado, que integren en su trabajo diario la inteligencia artificial, al igual que los abogados de hace cuarenta años integraron el ordenador dejando atrás la máquina de escribir y los abogados de hace veinte años integraron las bases informáticas de legislación y jurisprudencia dejando atrás los tochos de Aranzadi.

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