• 30/10/2025 00:55

Amenazas persistentes avanzadas (APT): la vanguardia silenciosa del ciberespionaje actual

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En el complejo panorama de la seguridad digital, las amenazas persistentes avanzadas (APT) representan uno de los desafíos más sofisticados y peligrosos. Según informa el Estado Mayor de la Defensa de España, estos actores hostiles, a menudo respaldados por estados, operan con un nivel de profesionalización y sigilo que redefine la guerra híbrida en el dominio ciberespacial.

¿Qué son exactamente las amenazas persistentes avanzadas (APT)?

Las APT no son ciberdelincuentes comunes. Se trata de grupos altamente organizados y financiados, con frecuencia vinculados a organizaciones gubernamentales, cuyos objetivos trascienden el mero beneficio económico individual. Su meta es la infiltración a largo plazo en redes de alto valor para llevar a cabo ciberespionaje, ciberataques a gran escala o desestabilización, persiguiendo fines políticos, económicos, estratégicos u operacionales.

Así pues, la detección de estos grupos se trata de un reto mayúsculo debido a la complejidad de sus herramientas y a su capacidad para operar bajo un velo de anonimato. Los expertos en ciberseguridad se enfocan en analizar sus tácticas, técnicas y procedimientos (TTP) para identificar patrones, catalogar a los actores y anticipar sus movimientos.

Tres fases clave de un ataque ATP

Por otro lado, a diferencia de los ataques oportunistas de «entrar y salir», las APT buscan persistir ocultas en las redes comprometidas. Su modus operandi se desarrolla típicamente en tres fases escalables:

  • Fase de infiltración: los atacantes buscan un punto de entrada, explotando vulnerabilidades del sistema, empleando técnicas de phishing avanzado, utilizando dispositivos externos comprometidos o, incluso, mediante acceso físico. El objetivo es instalar backdoors (puertas traseras) que les otorguen control remoto y permisos de administrador.
  • Fase de expansión: una vez dentro, la amenaza se propaga por la red de forma similar a un gusano informático, pero de manera mucho más sigilosa y adaptada a las medidas de seguridad existentes. El fin es infectar el máximo número de dispositivos posible y afianzar su presencia.
  • Fase de extracción: en esta etapa, los atacantes recopilan la información crítica previamente identificada y la almacenan discretamente en algún punto de la red. Cuando lo consideran oportuno, transfieren los datos a sus propios sistemas. Para enmascarar esta exfiltración, a menudo lanzan ataques de «ruido blanco», como ataques de denegación de servicio (DDoS), desviando la atención de los equipos de seguridad.

Objetivos y grupos destacados en las APT

En este contexto, los blancos predilectos de las APT incluyen administraciones gubernamentales, instituciones de defensa, empresas estratégicas e infraestructuras críticas. Las motivaciones van desde el ciberespionaje hasta la ciberdelincuencia económica a gran escala para autofinanciación.

El Estado Mayor de la Defensa identifica algunos grupos notorios:

  • APT28 (Fancy Bear): presuntamente vinculado a la inteligencia militar rusa, con actividades destacadas contra Ucrania para obtener ventajas en el conflicto.
  • APT MustangPanda: con base en China, este grupo ha dirigido sus operaciones contra Europa (incluida España, por lo que el CNI lo considera como una amenaza significativa), Australia y Japón.
  • APT34 (OILRIG): de origen iraní, este grupo lleva al menos ocho años operando, enfocándose en el sector energético (petróleo, gas) y financiero, principalmente contra rivales de Irán en Oriente Medio e Israel.
Fancy Bear, grupo de APT, relacionado con Rusia.
Fancy Bear es un grupo hostil de ciberespionaje, presuntamente ligado a la inteligencia militar rusa.

Desafíos de las APT: atribución y respuesta

Uno de los mayores problemas que plantean las APT es la dificultad para atribuir la autoría de los ataques de una forma irrefutable. Un ciberataque de esta magnitud podría, dependiendo de su impacto, considerarse un acto de agresión internacional, situando al estado afectado en una posición delicada con posibles implicaciones de declaración de guerra. El dominio ciberespacial es cambiante, y por ello exige una constante evolución legislativa para tipificar y responder adecuadamente a estas amenazas.

Según concluye el Estado Mayor de la Defensa, conocer al enemigo es fundamental para proteger nuestros activos digitales y la seguridad nacional.

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Artículo de paul.rojas publicado en https://www.redseguridad.com/actualidad/amenazas-persistentes-avanzadas-apt-la-vanguardia-silenciosa-del-ciberespionaje-actual_20250609.html