• 03/10/2025 12:03

¿Una COP29 financiera «de bajo costo»? Por Bertrand Piccard

(origen) Arturo Larena Nov 12, 2024 , , , , , , ,
Tiempo estimado de lectura: 7 minutos, 39 segundos

Esta COP29, como las demás, ha sido criticada incluso antes de empezar. Se le califica de conferencia de transición, de poca importancia, antes de la de Brasil del año que viene, cuando en realidad aborda un tema candente: la financiación climática, que hay que redefinir y movilizar. En particular, superar el umbral de los 100.000 millones de dólares anuales prometidos desde hace años por los países del Norte a los del Sur, una forma de compensación para financiar la lucha contra un fenómeno que estos últimos no han contribuido a crear.

A la llegada de las delegaciones a Bakú, la adopción del orden del día ya tropezaba con esta cuestión. En concreto, los países «donantes» quieren incluir a China y Emiratos Árabes Unidos entre las naciones que deben contribuir a este fondo en lugar de beneficiarse de él.

En realidad, este debate ya no debería ser la pregunta del día. Hace unos años, financiar la lucha contra el cambio climático podía considerarse una forma de caridad, pero ya no. Ese es el mensaje que debemos transmitir. La acción por el clima ya no es ni un alto ni bajo costo: se ha convertido en la oportunidad de inversión del siglo, porque hay soluciones eficientes que a la vez son limpias y rentables.

En la mayoría de los países del mundo, las energías renovables se han vuelto más baratas que los combustibles fósiles y la ineficiencia energética cuesta una fortuna cada año y eso sin contar el potencial de la economía circular.

Pensemos en la reutilización de las aguas residuales para calentar los edificios, la transformación de los residuos en materiales de construcción, el aprovechamiento del calor de los centros de datos para calentar las ciudades, la optimización de la gestión del agua y de la energía gracias a la inteligencia artificial o, simplemente, el despliegue masivo de capacidades en energías renovables para sustituir el uso de combustibles fósiles, sobre todo en los países del Sur, mayoritariamente importadores, que podrían así liberar recursos para sus economías locales.

Con unas previsiones que superan los 1,5 °C de aquí a 2030, y con seis de los nueve límites globales rebasados -incluyendo la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la creciente escasez de agua dulce, por nombrar algunos ejemplos – sabemos que el coste de la inacción sería aún más elevado. También desde este punto de vista, debemos hablar de la acción por el clima como una inversión y no como un coste. ¿Bastará esto para unir todas las ideologías e incluso convencer al nuevo inquilino de la Casa Blanca? En cualquier caso, seguro que el lenguaje de las finanzas le hablará más al oido que el de la protección de la naturaleza.

La mejor manera de evitar que estas conferencias, y la acción climática en general, sean escenario de promesas vacías, es posicionar esta agenda como lucrativa, ya que las soluciones que existen marcan la doble casilla de la rentabilidad económica y el bienestar medioambiental.

Alejarse de la lógica estrecha de la compensación económica permitiría también, mediante el seguimiento que acompaña a toda inversión, evitar que los flujos financieros de los países ricos no alcancen sus objetivos y acaben manteniendo infraestructuras obsoletas y medios contaminantes. Se trata de un tema que rara vez se plantea públicamente, pero que es objeto de numerosos debates a puerta cerrada.

Incluso en un país «avanzado» como Suiza, podríamos preguntarnos por qué se destinan inversiones colosales a ampliar las autopistas en lugar de desarrollar la capacidad de las energías renovables. Sin embargo, en vísperas de una votación local prevista para finales de este mes de noviembre, surge un dilema universal: ¿mantener las viejas infraestructuras o repensar nuestros sistemas para un futuro sostenible; transformar nuestros hábitos o perpetuar el statu quo? Entonces por que optamos ¿alquitrán o visión?

Aprovechemos todas las soluciones a nuestro alcance para cambiar nuestra forma de producir y consumir. El verdadero obstáculo no es la ausencia de soluciones, sino la inacción, una elección que tenemos el poder de transformar, colectivamente, en la COP y en otros lugares.

 


(*)  Bertrand Piccard, es fundador y presidente de Solar Impulse

Pionero, ya en la década del 2000, en considerar la ecología a través del lente de la rentabilidad, Bertrand Piccard esta considerado como un líder de opinión en los temas de innovación y sostenibilidad. Como Presidente de la Fundación Solar Impulse, promueve el crecimiento cualitativo demostrando el potencial económico de las tecnologías limpias. Denunciando lo absurdo de los sistemas contaminantes e ineficientes que aún hoy día se utilizan con demasiada frecuencia, aboga por la modernización del marco legal para facilitar el acceso al mercado de soluciones eficientes.  Su voz se escucha en las mayores instituciones, así como las Naciones Unidas, la Comisión Europea, el Foro Económico Mundial entre otros y su compromiso le ha valido varios nombramientos, como el de Campeón de la Tierra y el de Embajador de Buena Voluntad de las Naciones Unidas.

Fotografía principal: Cedida por Bertrand Piccard

 


COP29: Shifting from compensation to investments

This COP29, like the others, is decried even before it begins. It is being described as a transitional conference, of little importance, compared to the one next year in Brazil. But in fact, it is addressing the burning issue of climate finance, a big factor which needs to be redefined and mobilised. To start, we need to exceed the annual threshold of 100 billion dollars promised for years by the countries of the North to those of the South, a form of compensation to help fund the fight against a phenomenon to which Global South countries have contributed very little.

As the delegations arrived in Baku, the adoption of the agenda was already stumbling over this issue. Notably, ‘donor’ countries want to include China and the United Arab Emirates among the nations that must contribute to this fund rather than benefit from it.

Realistically, this debate should no longer be considered relevant. A few years ago, climate finance might have been seen as a form of charity, but not anymore. That’s the message we need to hammer home. Climate action is no longer a low or high cost: with solutions that are both clean and profitable, it has become the investment opportunity of the century.

In most countries, renewable energy has become cheaper than fossil fuels and energy inefficiency costs a fortune every year. Not to mention the potential of the circular economy.

Let’s think about this: reusing wastewater to heat buildings, transforming waste into building materials, using the heat from data centres to heat cities, optimising water and energy management using artificial intelligence, or simply massively deploying renewable energy capacity to replace the use of fossil fuels, particularly in the countries of the South, which are mainly importers and which could thus free up resources for their local economies.

With projections exceeding 1.5°C by 2030, and six of the nine global limits exceeded – including deforestation, biodiversity loss and freshwater depletion, amongst others – we know that the cost of inaction would be still much higher. From this point of view too, we need to talk about climate action as an investment rather than a cost. Will this be enough to unite all ideologies and even convince the new tenant of the White House? In any case, the language of finance will certainly speak to him more than that of protecting nature.

The best way to prevent these conferences, and climate action in general, from being the scene of empty promises is to position this agenda as a lucrative one, since the solutions that do exist tick the double box of economic profitability and environmental well-being.

Moving away from the narrow logic of economic compensation would also make it possible, through the monitoring that accompanies any investment, to avoid financial flows from rich countries missing their targets and ending up maintaining obsolete and polluting infrastructures. This is a subject that is rarely raised publicly while still keeps being part of many discussions behind closed doors.

Even in an ‘advanced’ country like Switzerland, one wonders why colossal investments would go to widening highways rather than developing renewable capacities. On the eve of a local vote scheduled for this November, however, a universal dilemma is emerging: should we maintain old infrastructures or rethink our systems for a sustainable future; transform our habits or perpetuate the status quo?

Let’s take advantage of all the solutions at hand to change the way we produce and consume. The real obstacle is not the absence of solutions, but inaction – a choice that we have the power to transform, collectively, at the COP and elsewhere.

Despite the criticism levelled at the host country of this COP, I still believe that talking about energy transition in a place where fossil fuels reign can have a positive effect. If Azerbaijan were to follow, albeit timidly, in the footsteps of the United Arab Emirates, which has invested hundreds of billions of euros in renewable energies, this summit could mark a turning point in the country’s transition and provide international inspiration.


Une COP29 financière à « bas coût » ?

Cette COP29 est, comme les autres, décriée avant même de commencer. On en parle comme d’une conférence de transition, peu importante, avant celle au Brésil l’année prochaine, alors qu’elle aborde en fait un sujet brûlant : la finance pour le climat, qu’il s’agit de redéfinir et de mobiliser. En particulier, dépasser le seuil des 100 milliards de dollars annuels promis depuis des années par les pays du Nord à ceux du Sud, une forme de réparation pour financer la lutte contre un phénomène que ces derniers n’ont pas contribué à créer.

Alors que les délégations sont arrivées à Bakou, l’adoption de l’agenda achoppe déjà sur cette question. Les pays « donateurs » veulent notamment inclure la Chine et les Émirats Arabes Unis au sein des nations qui doivent contribuer à ce fonds plutôt que d’en bénéficier.

Dans les faits, ce débat ne devrait plus être d’actualité. Il y a quelques années, la finance climatique pouvait s’apparenter à une forme de charité, mais plus aujourd’hui. Voilà le message qu’il s’agit de marteler. L’action climatique n’est plus un coût, bas ou élevé : elle est devenue l’opportunité du siècle en matière d’investissement, car les solutions à la fois propres et rentables existent.

Les énergies renouvelables sont devenues moins chères que les fossiles dans la plupart des pays du monde et l’inefficience énergétique coûte une fortune chaque année. Sans même parler du potentiel de l’économie circulaire.

Pensez seulement : revaloriser les eaux usées pour chauffer les bâtiments, transformer des déchets en matériaux de construction, utiliser la chaleur des data centers pour chauffer les villes, optimiser la gestion des eaux et de l’énergie par l’intelligence artificielle, ou tout simplement déployer massivement des capacités d’énergies renouvelables pour remplacer l’utilisation des combustibles fossiles, notamment dans les pays du Sud, majoritairement importateurs et qui pourraient ainsi dégager des ressources en faveur de leur économie locale.

Avec des projections dépassant 1,5°C d’ici 2030, six des neuf limites planétaires dépassées – concernant par exemple la déforestation, la perte de biodiversité ou la raréfaction de l’eau douce-, on sait que le coût de l’inaction serait encore bien plus élevé. Sous cet angle également, on doit parler d’action climatique comme d’un d’investissement et non d’un coût. Sera-ce suffisant pour fédérer toutes les mentalités et même convaincre le nouveau locataire de la Maison Blanche ? En tout cas le langage de la finance lui parlera certainement plus que celui de la protection de la Nature.

La meilleure manière d’éviter que ces conférences, et l’action climatique en général, soient le théâtre de promesses creuses est de positionner cet agenda comme lucratif, puisque les solutions qui existent cochent la double-case de la rentabilité économique et du mieux-être environnemental.

Sortir de l’étroite logique de compensations économiques permettrait aussi, par le suivi qui accompagne tout investissement, d’éviter que les flux financiers provenant des pays riches manquent leurs cibles, et finissent par entretenir des infrastructures obsolètes et polluantes. C’est un sujet rarement évoqué publiquement, mais qui anime nombre de discussions à huis-clos.

Même dans un pays « avancé » comme la Suisse, on peut se demander pourquoi des investissements colossaux iraient élargir les autoroutes plutôt que développer les capacités renouvelables ? A l’aube d’une votation en apparence locale, prévue ce mois de novembre, un dilemme universel se dessine pourtant : maintenir des infrastructures anciennes ou repenser nos systèmes pour un avenir durable ; transformer nos habitudes ou perpétuer le statu quo ? Alors, goudron ou vision ? 

Exploitons toutes les solutions à portée de main pour faire évoluer nos modes de production et de consommation. Le véritable obstacle n’est pas l’absence de solutions, mais l’inaction—un choix que nous avons le pouvoir de transformer, collectivement, à la COP et ailleurs.

Malgré les critiques contre le pays organisateur de cette COP, je continue à penser qu’évoquer la transition énergétique là où les combustibles fossiles règnent en maîtres peut avoir un effet positif. Si l’Azerbaïdjan suivait, même timidement, les pas des Emirats Arabes Unis, qui ont investi plus des centaines de milliards d’euros dans les énergies renouvelables, ce sommet pourrait marquer un tournant dans la transition du pays et inspirer au plan international.


Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de EFEvhttps://efeverde.com/prohibicion-uso-fueloil-aguas-artico/erde

Esta tribuna puede reproducirse libremente citando a sus autores y a EFEverde.

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Este blog de «influencers verdes» ha sido finalista en los Premios Orange de Periodismo y Sostenibilidad 2023 en la categoría de «nuevos formatos».

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