• 29/04/2024 06:37

8M – Eva García: ¿HAN ROTO LAS MUJERES DIRECTIVAS EL TECHO DE CRISTAL?

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Eva Garcia

La pregunta podría responderse desde distintos puntos de vista, como las dos caras de la misma moneda o como el vaso medio lleno o medio vacío. Pero como dijo la escritora francesa Anaïs Nin, no vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos. Por ello voy a tratar de responder como soy, tras un recorrido de cincuenta y dos años, y con un mensaje en positivo.

Definitivamente sí, las mujeres directivas lo han roto. Ser directiva significa liderazgo en la toma constante de decisiones, exposición a críticas y juicios de valor, escenario al que se suben cada vez más mujeres reforzadas por su amplia formación, determinación y compromiso. También significa en ocasiones renunciar al lujo del tiempo en la vida privada, lo que implica formar con el compañero de vida y el entorno familiar un buen equipo en lo que a equilibrada corresponsabilidad se refiere.

Y lo bueno es que este firme paso al frente que dan las mujeres directivas, no sin vencer un sinfín de obstáculos y estereotipos, externos y visibles, internos e invisibles o solapados, ha ido irrumpiendo y asentándose en nuestros días de forma natural y progresiva, sin menospreciar el largo camino que todavía queda por recorrer.

También es cierto que no en todos los países ocurre igual, ni mucho menos. Incluso algunos que, en vez de encaminarse hacia el progreso, se hunden todavía más en el oscuro pozo de la regresión. Me asalta como una flecha hiriente un crudísimo ejemplo de desigualdad y machismo, la espeluznante realidad diaria a la que se enfrentan las mujeres en Afganistán, país que directamente criminaliza a la mujer, que la penaliza únicamente por el hecho de serlo, y que cuanto más lo oculten, mejor, como si de una lacra se tratara.

En el extremo inversamente proporcional se encuentra España, que roza el umbral del 40 % de cuota de mujeres directivas que defienden las instituciones europeas, situándose en el 36 % los puestos directivos ocupados por mujeres, cifra que nos ubica entre los 10 mejores países en igualdad de género en cúpulas de dirección según informe de la agencia de auditoría y consultoría Grant Thornton, aunque todavía nos queda un 14 % de brecha hacia la paridad,  que estoy bien convencida que se agranda en proporción a la magnitud de la empresa o importancia y visibilidad del puesto directivo.

Y es que no es fácil cambiar la forma geométrica piramidal del rol tradicional que tenemos en mente con una imagen masculina en la cúspide, máxime cuando se parte de distintos criterios de medición del talento, dando preferencia al masculino por creencias en vías de superación que apuntan a éste como garantía de mayor rendimiento o productividad, o de las distintas oportunidades económicas que genera el mayor sueldo habitualmente percibido por hombres en idénticos puestos laborales que la mujer, o del distinto grado de responsabilidad y dedicación al hogar y a la familia que inevitablemente resta tiempo a la formación o a la dedicación profesional. Sin nombrar la maternidad, sesgo de género por falta de una auténtica mentalidad conciliadora.

Afortunadamente las empresas hace ya tiempo que comprendieron que no se puede desperdiciar el talento femenino y emprendieron políticas estratégicas orientadas hacia una mayor diversidad, sostenibilidad e inclusión. Las mujeres líderes con presencia en los consejos de dirección son mujeres abiertas a escuchar, dispuestas al cambio, más dialogantes, asertivas, empáticas, y ello no puede más que redundar en mejores resultados financieros, como  aseguran la Universidad de Harvard o la consultora Deloitte. Sin perder de vista que las mujeres han de estar en puestos directivos por un valor esencial, el derecho de igualdad.

Para concluir, unos apuntes del ámbito de la Administración de Justicia: de los 5408 magistrados en España, el 56 % son mujeres, y en las nuevas generaciones la brecha aumenta hasta el 67 %. Ello debe llevarnos necesariamente a que, en el corto-medio plazo, este mayor número de mujeres juezas ocuparán vocalías, presidencias y altos cargos en los más altos tribunales e instancias judiciales del país. No me cabe la menor duda.

De la misma manera, en mi profesión, la de Procuradora de los Tribunales, la incorporación de la mujer ha aumentado exponencialmente en tiempo récord: desde la primera Procuradora, Eulalia Ruiz de Clavijo, que se dio de alta en diciembre de 1941, pasando por un largo periplo de la profesión eminentemente en masculino (de hecho no se usaba el femenino Procuradora, y yo he tenido compañeras que se autodefinían como “Procurador”), hasta la actualidad en que ejercen 6425 procuradoras y sólo 3133 hombres procuradores. Aunque la pirámide se sostiene en el centro, donde encontramos 401 mujeres en juntas de gobierno de los Colegios Profesionales por 238 hombres, se invierte en los puestos directivos: únicamente 29 mujeres decanas por 38 decanos. Las cifras evidencian techo de cristal, pero no me cabe duda que mejorar en conciliación de la vida laboral y familiar y en corresponsabilidad ayudará a equilibrar esa estadística en el corto plazo.

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