• 22/12/2025 16:26

El cumplimiento del AI Act: cuando innovar exige cumplir y viceversa

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La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en un motor de cambio presente y tangible. El crecimiento exponencial de su adopción en el tejido social y empresarial europeo está redefiniendo las reglas del juego en todas las industrias. Frente a este avance, surgen nuevos desafíos éticos, legales y técnicos a los que la Unión Europea ha respondido con el Reglamento de Inteligencia Artificial (AI Act), en vigor desde agosto de 2024 y con una aplicación progresiva hasta 2026.

Chile – Inteligencia Artificial, un desafío para nuevas leyes e institucionesEste marco regulatorio establece cómo deben concebirse, implantarse y supervisarse los sistemas de IA para garantizar su uso responsable y seguro. Cualquier organización, independientemente de su tamaño o sector, que desarrolle o utilice sistemas de IA, debe adaptarse. El mensaje de fondo es claro: la IA debe estar al servicio de la ética, la legalidad y la confianza del usuario. Más aún, una regulación adecuada puede convertirse en una ventaja competitiva y un motor de innovación.

Para garantizar el cumplimiento del AI Act, es fundamental que las empresas tengan en cuenta una hoja de ruta compuesta de cinco pasos esenciales. El primero es establecer un modelo de gobernanza de la inteligencia artificial y una estrategia clara. El AI Act requiere definir roles y responsabilidades, formar equipos multidisciplinares y establecer políticas internas para regular el uso de la IA, garantizando transparencia, legalidad y no discriminación. Además, se deberá disponer de procedimientos para cumplir con las obligaciones del IA ACT, tales como una política de mapeo y clasificación de SIA, o un procedimiento de gestión de incidentes, entre otros.

En segundo lugar, antes de implementar o revisar soluciones de IA, conviene realizar un inventario de todos los sistemas de IA existentes o que se prevén implementar en la organización, identificando su origen, finalidad y procesos en los que intervienen. El reglamento exige clasificarlos según el nivel de riesgo −inaceptable, alto, limitado o mínimo− y analizar la viabilidad económica, estratégica y tecnológica de cada sistema, pues no siempre la mejor opción es recurrir a la IA.

El tercer paso es la identificación y evaluación de riesgos. El AI Act enfatiza la necesidad de identificar y gestionar riesgos éticos (como la discriminación o la falta de supervisión humana) y legales (riesgos asociados con Propiedad Intelectual, Gobierno del dato, seguridad de la información, etc.). Por ejemplo, los sistemas que procesen datos personales deben cumplir de forma estricta la normativa de protección de datos y asegurar la privacidad desde el diseño.

Como cuarto paso, para mitigar los riesgos deben implementarse diferentes sistemas de control: supervisión humana de puntos críticos, análisis de robustez y resiliencia del sistema, cumplimiento del deber de transparencia, informando al usuario, preparación de documentación técnica y, para sistemas de alto riesgo, evaluaciones de impacto sobre los derechos fundamentales.

Por último, la conformidad no termina con la implantación de un sistema o modelo de inteligencia artificial: requiere una monitorización y ajuste continuo . En este sentido, el cumplimiento no es un hecho puntual, sino un proceso constante que exige monitorizar los riesgos, realizar auditorías periódicas de los sistemas, actualizar las políticas y formar periódicamente a los equipos para anticiparse a los cambios normativos o técnicos. La capacitación sobre los riesgos y políticas de uso de IA fortalece la confianza e impulsa un aprovechamiento responsable de la tecnología.

A simple vista, la aplicación rigurosa de estos cinco principios puede parecer muy compleja, sobre todo para compañías de menor tamaño, pero afortunadamente las propias soluciones de IA nos ayudan a abordarla.

En el ámbito del cumplimiento normativo para pymes y profesionales autónomos, por ejemplo, existen plataformas SaaS como Signo, que incorporan inteligencia artificial para personalizar la generación de documentación, validar datos de forma automática y ofrecer soporte continuo a los usuarios, siempre bajo estrictos principios de fiabilidad y seguridad jurídica. Estas herramientas facilitan a los pequeños negocios la adaptación constante a los cambios normativos con procesos ágiles y transparentes, manteniendo en todo momento el rigor exigido por la legislación vigente.

Por ello, lejos de ser un freno para la innovación, el nuevo Reglamento Europeo de IA marca un antes y un después en la digitalización empresarial a todos los niveles. Las organizaciones que sean proactivas y adapten su estrategia, tecnología y cultura organizativa al nuevo marco legal no solo minimizarán riesgos y evitarán sanciones, sino que podrán posicionarse como referentes en un mercado cada vez más exigente en materia de confianza y buen gobierno tecnológico.

La regulación de la IA, bien entendida, es la vía para dar certezas a clientes y usuarios, impulsar soluciones responsables e innovar de forma segura. En definitiva, las reglas del juego cambian: ahora se innova para cumplir… y se cumple para innovar.


Sobre el autor

Alfonso Corral Membrive, CEO de Conversia

 


Artículo de Redaccion DJ publicado en https://www.diariojuridico.com/el-cumplimiento-del-ai-act-cuando-innovar-exige-cumplir-y-viceversa-2/