El cambio climático está transformando radicalmente la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza. Las anomalías climáticas como olas de calor y sequías persistentes, o los incendios forestales de comportamiento extremo ya no son excepciones, sino síntomas de un escenario ecológico cambiante que nos obliga a repensar muchas cosas.
En este contexto, los bosques cobran una importancia estratégica, pues son una pieza clave para construir paisajes más resilientes, territorios más habitables y economías más sostenibles.
Para que los bosques puedan cumplir ese papel, necesitamos un cambio de mirada. Debemos dejar de verlos como un simple recurso o una amenaza latente, y empezar a entenderlos como un activo de alto valor: social, ecológico y económico.
Un activo que puede y debe ser gestionado, protegido y activado para generar múltiples beneficios.
Aumenta el riesgo de incendios extremos
Hoy, en regiones como Catalunya, los bosques ocupan más del 60% del territorio. Sin embargo, buena parte de esa superficie está desatendida, sin planificación ni gestión activa. Son áreas forestales muy densas y poco diversificadas, consecuencia del abandono rural y de décadas de desconexión entre las personas y su territorio.
Esta expansión forestal, lejos de ser una garantía de salud ambiental, ha generado paisajes más frágiles y vulnerables, con alta acumulación de biomasa combustible y con escaso aprovechamiento.
No es casualidad, entonces, que el riesgo de incendios más grandes y extremos se haya disparado en los últimos años. Lo ocurrido este verano en distintos puntos del país —desde los montes gallegos hasta las sierras de Málaga, los pinares de Soria o las comarcas leonesas— ha puesto de relieve la magnitud de un problema que no entiende de fronteras autonómicas: un territorio cada vez más forestal, pero también más vulnerable y más desconectado de su tejido rural.
Es frecuente atribuir este riesgo únicamente al cambio climático, pero la realidad es más compleja. Lo que estamos viendo es la consecuencia de una interacción entre factores climáticos y socioeconómicos: el declive de la actividad rural, la falta de modelos económicos viables en zonas forestales y la ausencia de instrumentos eficaces para dar valor a los servicios que prestan los ecosistemas.
Valorización como clave para proteger bosques
Cuando el espacio forestal pierde su papel productivo, cultural y económico, se convierte en un espacio problemático para el territorio.
Un bosque sin funciones valoradas socialmente, inevitablemente, es un bosque desprotegido. Por eso, hablamos de valorización. Porque valorizar los bosques es devolverles sentido.
Valorizar no significa necesariamente explotar ni mercantilizar.
Significa integrarlos en la vida del territorio de forma compatible con su conservación, articulando modelos que permitan al mismo tiempo generar actividad económica y cultural, conservar y potenciar la biodiversidad, reducir el riesgo de grandes incendios y mantener la funcionalidad ecológica.
Significa reconocer que el capital natural tiene un valor tangible —aunque muchas veces invisibilizado en los mercados convencionales— y diseñar mecanismos innovadores y adecuados para sostenerlo.
Proyectos agroforestales en España
Uno de los enfoques más prometedores para alcanzar esta visión de paisaje resiliente en la Región Mediterránea es el mosaico agroforestal. Frente a la homogeneización forestal y el abandono generalizado, el paisaje tipo mosaico propone una estructura territorial diversa, donde hay un complemento entre áreas forestales gestionadas, cultivos, pastos, espacios de conservación y núcleos más urbanizados.
Esta diversidad de usos —coordinada desde una lógica de planificación territorial y gobernanza participativa— genera múltiples beneficios: limita la propagación de incendios, potencia la biodiversidad, permite el desarrollo de economías locales y, en definitiva, da estabilidad al medio rural.
En distintas regiones españolas empiezan a consolidarse proyectos dispersos por el territorio que anticipan el camino a seguir.
En Castilla y León, los programas de restauración y aprovechamiento de biomasa tras los incendios de El Bierzo o León avanzan hacia una gestión integral del paisaje.
En Galicia, la recuperación de los montes vecinales está permitiendo reintroducir ganadería extensiva y crear cortafuegos naturales.
En Andalucía y la Comunidad Valenciana, proyectos de silvicultura preventiva combinan gestión forestal activa con empleo rural y valorización energética.
Aunque aún son iniciativas puntuales, su avance muestra el objetivo final: que este enfoque integrado se convierta en la norma y forme parte de la planificación territorial de manera estable.
Todo ello refleja una tendencia nacional hacia la integración de lo forestal, lo agrícola y lo social en una misma estrategia territorial.
Existen ya estrategias concretas que apuntan en esa dirección. Por ejemplo, el proyecto Life Climark ha impulsado en Catalunya un sistema de Créditos Climáticos Forestales para financiar la gestión multifuncional de los bosques a través de la contribución de empresas privadas.
Una iniciativa que se ha aplicado, por ejemplo, en el proyecto PROMACC Collserola–Vallès Occidental. Estos créditos permiten cuantificar beneficios derivados de la gestión forestal sostenible, como la captura de CO₂, la mejora del ciclo del agua o de la biodiversidad, y transformarlos en un activo climático que genera retorno ambiental y reputacional.
Asimismo, existe una serie de iniciativas que buscan desarrollar y escalar las cadenas de valor de productos forestales, tales como el corcho, la resina de pinos, la madera de especies locales o servicios como la salud y bienestar que nos aportan los bosques maduros.
En otros lugares, como California, se están aplicando sistemas de pago por servicios ecosistémicos que financian la gestión sostenible de decenas de miles de hectáreas, movilizando capital público y privado a través de modelos de gobernanza mixta.
En paralelo, los avances tecnológicos —sensores remotos, modelización, big data— permiten monitorizar y verificar el impacto de las intervenciones con una precisión y certeza creciente.
Todos estos avances son valiosos, pero insuficientes si no van acompañados de un nuevo contrato social sobre el cuidado responsable y activo de los ecosistemas forestales.
Dar valor al bosque implica también cambiar nuestra forma de habitar el territorio.
Apostar por la generación de paisaje en mosaico no es solo una técnica: es una decisión política, cultural y económica que implica redefinir cómo se gestiona la tierra, cómo se compensa el trabajo de cuidado del entorno, y cómo se activan recursos —públicos y privados— para sostenerlo.
Estrategia común para la gestión forestal
Esa mirada nacional debe consolidarse con una estrategia forestal común que refuerce la coordinación entre comunidades, integre la gestión preventiva durante todo el año y promueva el empleo verde como motor de desarrollo rural.
Iniciativas como la Estrategia Española de Economía Circular, los Planes Forestales autonómicos o los fondos de transición justa pueden y deben converger en un mismo objetivo: dar valor a los bosques como infraestructura natural esencial para la resiliencia climática y territorial del país.
Entender que la configuración del territorio es una cuestión estratégica de país.
Y eso implica voluntad institucional, financiación adecuada, marcos normativos flexibles y, sobre todo, una narrativa renovada.
Una narrativa que no vea el bosque solo como una postal verde o como un foco de preocupación estival, sino como una infraestructura viva, que puede generar bienestar, empleo, seguridad ambiental y cohesión territorial.
Es el momento de activar todos los mecanismos disponibles —públicos, privados, colaborativos— para que el bosque y el mosaico agroforestal tengan un papel central en el futuro del territorio.
Porque solo cuando damos valor a nuestros bosques, encontramos razones para cuidarlos.
Álvaro Poo y Kiko González son especialistas en bosques de Nactiva.

Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de EFEverde
Esta tribuna puede reproducirse libremente citando a sus autores y a EFEverde.
Otras tribunas de Creadores de Opinión Verde (#CDO)
Este blog de «influencers verdes» ha sido finalista en los Premios Orange de Periodismo y Sostenibilidad 2023 en la categoría de «nuevos formatos».
La entrada Dar valor a los bosques: una apuesta estratégica para el territorio. Por Álvaro Poo y Kiko González se publicó primero en EFEverde.
