Madrid.- Embajadores del Pacto climático de la UE y expertos en transición ecológica han planteado la necesidad de repensar completamente la forma en que producimos, consumimos y gestionamos los recursos, desde el diseño de los productos hasta su reutilización, reparación y reintroducción en los ciclos productivos.
Esta ha sido una de las principales conclusiones de la jornada celebrada en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), que ha reunido a especialistas, activistas juveniles, investigadoras y representantes institucionales para debatir sobre consumo sostenible, economía circular y el papel crucial de la juventud en la transición ecológica y frente a la crisis climática.
El encuentro fue organizado por la embajadora del Pacto Climático Europeo Isabel Silva, junto con las profesoras Carmen Avilés y Camilo Muñoz, de la ETSI Montes, Forestal y del Medio Natural. Silva recordó durante la apertura la importancia de acercar la sostenibilidad a la ciudadanía desde un enfoque práctico y accesible, y llamó a crear espacios donde “pensar juntas, compartir conocimientos y actuar de manera colectiva”.
La UE busca reforzar la economía circular
Durante la inauguración, Ana Río Quintana, representante de la Comisión Europea, expuso los avances del paquete legislativo sobre Economía Circular y Consumo Sostenible que prepara Bruselas. Este marco regulatorio, integrado en el Pacto Verde Europeo, plantea medidas para acelerar la transición circular en los Estados miembros.
Entre los elementos más destacados se encuentran el diseño ecológico obligatorio para garantizar productos más duraderos y reparables; el desarrollo del Pasaporte Digital del Producto, que permitirá mejorar la trazabilidad y ofrecer información verificable sobre materiales e impactos ambientales; el impulso a modelos de negocio circulares como la reparación, la reutilización o el reacondicionamiento; y nuevas restricciones a la destrucción de excedentes, especialmente en sectores como el textil y la electrónica.
Además, la propuesta incorpora criterios más estrictos para el sector textil, uno de los más contaminantes del mundo, con el objetivo de aumentar la durabilidad, reciclabilidad y reducir la liberación de microplásticos.
Consumo sostenible: un sistema que no facilita las decisiones
La primera mesa de debate, moderada por Sara Romero (UPM), analizó las barreras cotidianas que encuentran las personas consumidoras cuando intentan adoptar hábitos más responsables. Las intervenciones de Ujué Fresán, Victoria Cuesta, Verónica Sanz y Xavier Moraño coincidieron en que el sistema actual no facilita estas decisiones.
Las ponentes señalaron factores como los precios poco accesibles, la falta de información clara, el marketing agresivo o la escasa trazabilidad de los productos. También reivindicaron que no se puede responsabilizar exclusivamente al consumidor final, ya que la transformación debe construirse de forma conjunta mediante políticas públicas, incentivos coherentes y opciones sostenibles disponibles en escuelas, hospitales o comedores colectivos.
La desconexión con la naturaleza como barrera emocional
Otro de los temas destacados fue la creciente desconexión emocional con la naturaleza. Aunque los impactos de la crisis climática son cada vez más evidentes, una parte de la población sigue percibiéndolos como lejanos. Las participantes defendieron la necesidad de comunicar la emergencia climática con un enfoque más humano, narrativo y cotidiano.
Según explicaron, conectar la crisis climática con aspectos cercanos —como la calidad del aire, la salud o el precio de los alimentos— puede contribuir a activar a la ciudadanía e impulsar cambios reales.
Alimentación sostenible: más variables que la huella de carbono
La jornada dedicó un espacio relevante al análisis de la alimentación sostenible. Las especialistas recordaron que la sostenibilidad de un alimento depende no solo de su huella de carbono, sino también del uso del agua, la estacionalidad, la distancia recorrida o el impacto social en las comunidades agrícolas.
Advirtieron que muchos jóvenes desean cambiar su dieta, pero lo hacen sin disponer de las herramientas necesarias, lo que puede derivar en frustración o culpa. Por ello, defendieron un enfoque gradual, realista y amable, que permita avanzar hacia dietas más sostenibles sin perder bienestar emocional ni identidad cultural.
Economía circular: innovación y resiliencia territorial
La mesa sobre economía circular, con la participación de César García Aranda, María Gálvez, Antonio Aguilera y Ruth Carrasco, y moderada por Carmen Avilés, insistió en que este modelo implica una revisión profunda de los sistemas productivos. Frente a la economía lineal basada en “extraer, producir, usar y desechar”, la circularidad propone cerrar ciclos y diseñar productos que puedan repararse, reutilizarse o reincorporarse al sistema.
Las expertas destacaron que este cambio no solo reduce impactos ambientales, sino que genera oportunidades en innovación, empleo verde, competitividad empresarial y emprendimiento regenerativo. También apuntaron que los entornos rurales, con dinámicas más conectadas al territorio, pueden ser una fuente de inspiración para modelos productivos más eficientes y resilientes.
Juventud y transición justa
La mesa protagonizada por jóvenes activistas —Laura Reboul, María Etessam, Nona Galvany y Martina Sáenz de Miera, moderada por Camilo Muñoz— abordó temas como la ansiedad climática, la incertidumbre laboral y la sobreexposición informativa. Las participantes reivindicaron que la transición ecológica debe ser justa, sin dejar atrás a regiones ni trabajadores dependientes de sectores contaminantes.
También destacaron que el activismo juvenil se ha convertido en un espacio de apoyo mutuo y construcción de comunidad, especialmente en un contexto marcado por el aislamiento social tras la pandemia.
Reconstruir comunidad para activar el cambio
Entre los retos de la movilización juvenil señalaron la saturación informativa, la pérdida de propósito y la parálisis derivada del exceso de opciones. La respuesta, coincidieron, pasa por reconstruir tejido social mediante cooperativas, colectivos locales, proyectos universitarios y grupos de consumo.
El encuentro concluyó con un mensaje unánime: la transición hacia un modelo más justo y sostenible ya está en marcha, pero requiere colaboración constante entre ciudadanía, instituciones, empresas y territorios. La acción colectiva, destacaron, será determinante para construir un futuro en equilibrio con el planeta. EFEverde
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