• 26/11/2025 05:48

MI COP. Por Bertrand Piccard (presidente de la Fundación Solar Impulse)

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Tras 30 ediciones, la COP de Belém ilustra a la perfección la definición que Einstein daba de la locura: hacer siempre lo mismo y esperar un resultado diferente.

En un suspiro de agotamiento, esta misa planetaria se ha escondido detrás de falsos éxitos para enmascarar un verdadero fracaso. Quiere tranquilizar hablando de un acuerdo que garantiza más dinero para la adaptación, un marco más transparente para seguir los supuestos progresos, cuando no hay un compromiso real con la deforestación y sigue sin haber valor para abandonar las energías fósiles.

En Glasgow, el presidente de la COP 26, entre lágrimas, aceptó en el último momento cambios que arruinaban sus ambiciones. Esta vez, lo mismo. La última noche, la Unión Europea estaba dispuesta a bloquear una declaración final que consideraba insignificante. Como la noche no trajo consejo, acabó uniéndose al bando de los contaminadores, sin duda para evitar un fracaso simbólico del proceso multilateral.

Por mi parte, hubiera preferido que se asumiera por fin el fracaso y se señalara a los responsables. Que se produjera una sacudida que reajustara los objetivos de las futuras conferencias.

Así que hoy cierro los ojos e imagino mi propia COP.

Mi COP habla de modernización

La descarbonización, asociada al decrecimiento, al retroceso, al sacrificio, sigue siendo un objetivo que asusta a los participantes, cuando el CO2 no es la causa del problema: es el síntoma de un mundo arcaico en su forma de malgastar los recursos y la energía, obsoleto en sus infraestructuras, en su forma de construir y de gestionar los residuos. ¿Quién estaría en contra de la modernización? La descarbonización sería una consecuencia lógica de la modernización.

Mi COP habla de eficiencia

Convertiría la eficiencia en un lenguaje común. Ni ideología, ni acusación. Gestionar mejor la energía, el agua, los materiales, las infraestructuras = menos costes, menos pérdidas, menos dependencias, más beneficios. Un terreno neutral en el que los adversarios geopolíticos pueden cooperar en una diplomacia de sentido común, incluso cuando todo lo demás se bloquea.

Mi COP habla de soluciones

Se pondrían sobre la mesa las miles de soluciones limpias y rentables que ya están disponibles, sector por sector. Tecnologías y modelos económicos que crean valor protegiendo en lugar de destruyendo. Las delegaciones no se irían con promesas, sino con planes, herramientas y soluciones para implementar.

Mi COP habla del nivel local

Las ciudades innovan, se modernizan y resuelven problemas a una velocidad que los Estados nunca podrán igualar. En Belém, estaban presentes, pero sin influencia real en las decisiones. En mi COP, serían motores de primer orden, capaces de poner en común sus soluciones y acelerar su despliegue a escala mundial. Al frente de la innovación climática, dando ejemplo, arrastrarían a los demás en su estela.

Mi COP habla de calidad

Medimos las toneladas de CO₂ como se cuentan los latidos de un corazón enfermo. Pero, ¿quién mide el rendimiento de una red eléctrica? ¿El de un edificio finalmente sobrio o el de unas trayectorias de transporte optimizadas? Hay que pasar del «siempre más» al «siempre mejor».

Mi COP materializa el cambio

Una COP que ilustra el hecho de que el tren está en marcha y que da ganas de avanzar. La inversión en energías limpias se ha duplicado desde 2020, y los costes de la energía solar y las baterías se han reducido en un 80 % en diez años. En Europa, el mercado de las tecnologías limpias crece un 12 % al año y ya da empleo a 1,8 millones de personas. Ya no es un futuro posible: es un presente que avanza, irresistible y rentable.

Mi COP prescinde del consenso

Ya no permite que un puñado de países bloqueen el avance del mundo; cuando la unanimidad es imposible, la mayoría debe poder avanzar, mediante coaliciones que arrastren a los demás con pruebas en lugar de con coacción. Una COP en la que la acción ya no depende del veto de los más reticentes, sino del impulso de los más valientes.

Porque una COP útil no es la que se estanca, sino la que se atreve.

 

Bertrand Piccard es presidente de la Fundación Solar Impulse.

 

 

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