Madrid, 3 nov (EFE).- Cuidar el medioambiente y mejorar la calidad de vida en términos sociales, económicos o de bienestar en general «son dos cosas que van intrínsecamente de la mano porque tener un medioambiente sano es un indicador de bienestar, el medioambiente es un derecho humano», afirma el joven activista climático Francisco Javier Vera Manzanares.
Vera Manzanares ha pasado por Madrid, donde ha participado en el I Congreso Futuro Iberoamericano 2025 en España, organizado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y la Fundación Encuentros del Futuro (FEF), con una intervención especial sobre ‘La ecoesperanza: una agenda común para un planeta en crisis» .
Este joven de 16 años, promotor de la ecoesperanza y creador del movimiento Guardianes por la Vida tuvo que salir por amenazas de su Colombia natal, país que en 2024 fue por tercer año consecutivo el más mortal para los defensores ambientales, de acuerdo al informe de Global Witness 2025.
Señala que la relación derechos humanos y medioambiente «es profunda, muy estrecha, es interdependiente del disfrute del resto de derechos», pero «siempre se propone esa dualidad, esa dicotomía o medioambiente o bienestar social. Y no es así», asegura, «porque si cuidamos el medioambiente e invertimos en acción climática, en la defensa de ese derecho fundamental, pues también estamos contribuyendo a la calidad de vida de la gente».
En relación a los resultados de la próxima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) que se celebrará en Belém (Brasil) del 10 al 21 de noviembre, subraya que se debe «exigir un acuerdo de financiación mucho más ambicioso que el de la anterior COP29 en Bakú, así como concretar cómo se va a gestionar y la cuantía, hablando de los 1,3 billones de dólares comprometidos».
Tiene que haber un «llamado a la coherencia, tanto de los líderes como en las negociaciones» porque «estamos yendo a un mundo cada vez más militarizado y dependiente de los combustibles fósiles, todo lo contrario de lo que debería suceder», subraya.
Resalta que «es momento de poner a prueba la capacidad de los gobiernos de responder y cumplir con sus promesas».
Una COP de los niños y la sociedad civil
Junto a los integrantes de Guardianes por la Vida, explica, están liderando la iniciativa «una COP de los niños» a fin de poner a la infancia en el centro de los debates no únicamente para que sus derechos y necesidades sean atendidas («tan solo el 2,4 % de los fondos climáticos multilaterales son dirigidos a la infancia»), sino para que «ellos también estén en las mesas de negociaciones, porque somos parte de las soluciones y de los problemas».
Además, es «una cuestión de justicia» que más representantes de la sociedad civil estén en estas conferencias, porque «son los que más sufren las consecuencias de la crisis climática y no se ven representados ni participan democráticamente ni de forma accesible en los espacios de toma de decisiones, en los espacios de poder», los cuales «están completamente distantes de las realidades de la gente y suelen estar regularmente en el norte global».
La COP30 de Belém, sostiene, «es una excepción, una gran victoria simbólica, pero son unas negociaciones que no pueden seguir sin los pueblos indígenas, sin los trabajadores, sin los niños, sin las mujeres.
«Hay que devolver el poder a la sociedad civil y a las comunidades para que puedan defender el clima y el medioambiente».
Por otra parte, califica de «falta de coherencia tremenda y una desfachatez» la aprobación por parte del Gobierno de Brasil de los permisos para que la empresa Petrobras inicie una nueva explotación de petróleo en la desembocadura del río Amazonas, pese a la oposición de los pueblos indígenas y ambientalistas.
Explica que hay gobiernos negacionistas del cambio climático y luego «tienes a los que en sus discursos dicen una cosa, pero luego sus acciones dicen otra cosa. A ellos se les debería exigir aún más», subraya para añadir que «la tendencia a seguir en un mundo fósil sigue sin desaparecer».
Ecoesperanza
«Nos enfrentamos a un caos y una crisis de derechos humanos. Estamos viendo cómo la crisis climática esta matando y desplazando a millones de personas», indica Vera, quien frente a ello propone «la ecoesperanza, unirnos, actuar colectivamente, abordar los problemas desde la raíz».
Para el activista, «el cambio climático no es el problema, es la consecuencia y el resultado de un problema de un modelo de producción lineal, de consumo extractivista, de un modelo de producción y de consumo, que depreda a la naturaleza y a las personas».
Por ello, espera que en esta COP30 «los países del norte global rindan cuentas y asuman su responsabilidad».
El joven ha intervenido en foros como el Senado de Colombia y varias conferencias de clima, es embajador climático de Naciones Unidas y de buena voluntad de la Unión Europea.
Es autor del libro «Pregúntale a Francisco ¿Qué es el cambio climático?» y en su cuenta en Instagram mantiene diálogos con expertos y explica los diferentes aspectos de la emergencia climática.
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