Ana Tuñas Matilla
Quince países de entre los mayores emisores del mundo destina más dinero a subsidiar los combustibles fósiles que a sus presupuestos en salud, mientras el cambio climático se cobra cada año un 23 % más de muertes por cada 100.000 habitantes que en lo 90, según el informe The Lancet Countdown, que alerta de que el impacto de la crisis climática en la salud ha alcanzado niveles récord.
El estudio, dirigido por el University College de Londres y elaborado en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), reúne el trabajo de 128 expertos de 71 instituciones académicas y agencias de Naciones Unidas.
Publicado en la antesala de la Cumbre del Clima de la ONU que se celebrará en la ciudad brasileña de Belém (COP30), evalúa ampliamente las conexiones entre crisis climática y salud, incluyendo nuevas métricas sobre muertes por calor extremo y humo de incendios forestales, cobertura de espacios azules urbanos (ríos, lagos y costas) o la financiación para la adaptación sanitaria.
En su novena edición, pone de manifiesto que la dependencia excesiva de los combustibles fósiles y la incapacidad para adaptarnos al cambio climático se están pagando con la vida, la salud y los medios de subsistencia de las personas, y que 13 de los 20 indicadores que rastrean las amenazas para la salud han empeorado.
Cerca de 1 billón de dólares
Entre los datos que pone sobre la mesa, que en 2023, 15 de los 87 países responsables del 93 % de las emisiones globales de CO2 gastaron más en subsidios netos a combustibles fósiles (carbón, petróleo o gas) de lo que destinaron a sus presupuestos nacionales de salud.
Se trata de Arabia Saudí, Argelia, Angola, Azerbaiyán, Bahréin, Brunéi, Egipto, Irak, Irán, Kazajstán, Kuwait, Libia, Turkmenistán, Uzbekistán y Venezuela.
En un contexto de excesiva y continuada dependencia de los combustibles fósiles, al dispararse los precios, los gobiernos del mundo gastaron un total de 956.000 millones de dólares en subsidios netos en 2023.
Por su parte, los gigantes del petróleo y el gas siguen expandiendo sus planes de producción a una escala tres veces mayor de lo que puede soportar un planeta habitable: superan en un 189 % una producción a 2040 compatible con el objetivo de limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados.
Y todo cuando 2024 fue el año más caluroso desde que hay registros, con consecuencias catastróficas para la salud, la vida y los medios de subsistencia de las personas en todo el mundo: cada persona estuvo expuesta al récord de 16 días de calor extremo achacables directamente al cambio climático.
Incendios: 154.000 muertos por contaminación
Según el nuevo indicador incluido en el informe, la mortalidad relacionada con el calor por cada 100.000 habitantes ha aumentado un 23 % desde los años noventa, con una media de 546.000 muertes al año entre 2012 y 2021.
Al ser una tasa, se ajusta al crecimiento poblacional que ha habido desde los 90, cuando el mundo contaba con unos 5.000 millones de habitantes frente a los más 8.000 millones de la actualidad. Sin ajustar el crecimiento poblacional, el aumento absoluto de muertes por calor es del 63 % desde los 90, han explicado a EFEverde responsables del informe.
Las condiciones más cálidas y secas también propiciaron incendios forestales, cuya contaminación por partículas finas (PM2.5) provocaron el récord de 154.000 muertes en 2024.
Además, las sequías y olas de calor incrementaron el número de personas que sufren inseguridad alimentaria moderada o grave en 123 millones en 2023, en comparación con el promedio anual entre 1981 y 2010.
Según la misma fuente, la contaminación atmosférica asociada al uso de combustibles fósiles provoca unas 2,5 millones de muertes al año, mientras que en países donde los hogares no disponen de acceso a energías limpias para, por ejemplo, cocinar o calentarse, mueren otros 2,3 millones de personas.
Por otra parte, el potencial medio de transmisión mundial del dengue (enfermedad que transmite un mosquito cuya expansión crece con el cambio climático) ha aumentado un 49 % desde la década de 1950. Sólo entre enero y abril del año pasado se contabilizaron 7,6 millones de casos.
En positivo
En el lado contrario, y aunque algunos gobiernos están dando marcha atrás en sus compromisos climáticos, el informe refleja el impacto de medidas que están salvando vidas.
Por ejemplo, se estima que cada año se salvan 160.000 vidas gracias al abandono del carbón y la consecuente mejora de la calidad del aire, mientras que la generación de energía renovable alcanzó niveles récord.
Además, revela el liderazgo emergente de los gobiernos locales, las comunidades, las organizaciones y el sector sanitario, y hace un llamamiento a la participación de todos para acelerar e intensificar los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y, al mismo tiempo, adaptarse al cambio climático.
Así, un número creciente de ciudades (834 de las 858 consultadas en 2024) ha completado o tiene la intención de completar evaluaciones de los riesgos relacionados con el cambio climático, según el CDP (el sistema voluntario de información más grande del mundo sobre el progreso en materia del cambio climático).
El propio sector sanitario ha demostrado liderazgo en temas relacionados con el clima, con una reducción del 16 % de sus emisiones entre 2021 y 2022. Casi dos tercios de los estudiantes de medicina de todo el mundo recibieron educación sobre clima y salud en 2024, lo que fomenta la capacidad para seguir avanzando.
Según la misma fuente, se trata de un aspecto que dada vez preocupa más a la población: entre 2023 y 2024, las búsquedas en Google relacionadas con clima y salud han aumentado el 21 %.
Urge frenar los combustibles fósiles
La destrucción de vidas y medios de subsistencia continuará escalando hasta que pongamos fin a nuestra adicción a los combustibles fósiles y mejoremos drásticamente nuestros esfuerzos para adaptarnos, ha advertido la directora de directora de Lancet Countdown en el University College de Londres, Marina Romanello.
Ya existen herramientas para hacerlo, como las energías limpias o las medidas basadas en la naturaleza para adaptar las ciudades a la nueva realidad climática que, unidas al abandono de petróleo, carbón y gas, el freno de la deforestación y unos sistemas agrícolas más sostenibles, podrían salvar más de diez millones de vidas al año, ha añadido.
España
Sólo en España, el año pasado, las personas estuvieron expuestas de media a 16,7 días de ola de calor, de los que 15,1 (90%) no se habrían producido sin el cambio climático. Entre 2012 y 2021, el país registró un promedio anual de 5.800 muertes relacionadas con el calor, más del doble que entre 1990-1999.
Entre 2020 y 2024, hubo un promedio de 55 días al año con alto riesgo de incendios forestales (6 % más que en 2003-2012), y las partículas PM2.5 derivadas de incendios forestales fueron responsables de un promedio de 1.008 muertes anuales.
Entre 2020 y 2024, el 61 % del territorio español experimentó al menos un mes de sequía extrema al año, casi seis veces más que el promedio de 1951-1960, y entre 2022–2024, la temperatura de la superficie del mar fue 0,83 °C superior al promedio de 1981–2010.
España tuvo ingresos netos negativos por carbono en 2023, lo que indica que los subsidios a los combustibles fósiles (que sumaron 6.810 millones) fueron mayores que los precios del carbono.
Entre 2016 y 2022, las emisiones de CO2 por combustión de combustibles fósiles bajaron el 9 %. En 2022, el carbón representó el 3,1 % de la energía total y las renovables el 8,4 %. En los hogares, el 45 % de la energía provino de la electricidad, mientras que en el transporte por carretera, los combustibles fósiles concentraron el 95 % de la energía consumida, frente a solo el 0,2 % de la electricidad.
En 2022, se registraron más de 22.000 muertes atribuibles a la contaminación del aire antropogénica (PM2.5) en España. Los combustibles fósiles (carbón y gas licuado) contribuyeron al 44 % de estas muertes; el 46 % provino del uso de gasolina en el transporte, y más de 550 muertes se debieron todavía a la quema de carbón.
atm/mnc
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