Valeria López Peña
Madrid (EFEverde).- Los grandes campos de producción también pueden ser vibrantes reservas de biodiversidad. Una convivencia conocida como dehesa e impulsada por la Fundación Naturaleza y Hombre, que lidera un corredor ecológico para interconectar linces, aves rapaces y otras especies amenazadas entre las fronteras de España y Portugal, bajo un modelo de conservación colaborativa con los agricultores agrupados bajo el sello Dehesa Sostenible.

Campanarios de Azaba: antes y después
Campanarios de Azaba, un valle que hoy es verde y vibrante, es el resultado de casi diez años de trabajo de la Fundación Naturaleza y Hombre. En sus 550 hectáreas, la Fundación inició un ambicioso proyecto de renaturalización que incluye la creación de reservas, la instalación de charcas y otras medidas para recuperar el suelo y la biodiversidad.
Gracias a este esfuerzo, la zona pasó de tener solo dos especies de libélulas a casi 28, consolidándose como una reserva ornitológica de primer nivel mundial y sede de la Fundación.
La Fundación, creada en Cantabria en 1994, comenzó a trabajar en Salamanca en 2003 y desde entonces ha ampliado su acción mediante convenios con propietarios en España y Portugal, gestionando alrededor de 15.000 hectáreas.
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Un corredor ambiental transfronterizo
Al Oeste Ibérico, en la frontera entre Portugal y España, la Fundación protege la biodiversidad de 10 áreas protegidas, en 8 provincias desde Zamora hasta Badajoz. Entre ellas, está Arribes del Duero, refugio de grandes rapaces como el buitre leonado, el alimoche, el águila perdicera, y la cigüeña negra.
Además, cuentan con acuerdos en dehesas situadas en zonas como el Campo de Azaba y Argañán, incluidas en la Red Natura 2000 y protegidas como ZEPA y LIC, donde conviven encinas, alcornoques, pastizales, ganadería y recolección de frutos como bellotas y corcho.
Para conservar estas áreas, la Fundación Naturaleza y Hombre promueve la instalación de más de 200 nidos para cigüeñas negras y 400 para buitres negros, así como puntos de alimentación para otras aves. En Extremadura, apoyan la suelta y monitoreo del lince ibérico, utilizando cámaras trampa y sistemas de información geográfica para mapear su población y distribución.
Edwin Arrigui Torres, coordinador de conservación en la Fundación, explica a EFEverde que han colaborado con ayuntamientos, otras ONG y fundaciones portuguesas como Koba de Beira o Palombar, además de organizaciones internacionales como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Una colaboración que “evidencia la interconectividad de las especies porque las especies no tienen frontera”, afirma Arrigui Torres.
Este corredor ecológico será presentado el 13 de octubre en el Congreso Mundial de la Naturaleza en Abu Dabi. Paralelamente, la Fundación coordina otro proyecto similar en la región de Iguazú, que une Paraguay, Argentina y Brasil.
Conservación en 15.000 hectáreas
En las más de 15.000 hectáreas bajo acuerdos de custodia, la Fundación impulsa múltiples iniciativas de conservación. La creación de charcas, por ejemplo, favorece la presencia de especies como la cigüeña negra, el galápago europeo y varias especies de libélulas.
“En verano, las charcas son verdaderos oasis porque la biodiversidad se concentra allí, pero en épocas de sequía se convierten en un recurso escaso y vital”, explica Carlos Sánchez, presidente de la Fundación. Algunas se destinan a la fauna silvestre y otras al ganado, asegurando el acceso a agua limpia.
Educación ambiental y prevención de incendios
La Fundación también trabaja en educación ambiental. En la dehesa Vieiru, por ejemplo, se instalará un aula de naturaleza y hoteles de insectos, herramientas clave para los polinizadores. Además, colaboran con la Universidad de Salamanca en estudios sobre la seca, la polinización y, junto con la Fundación Internacional de Investigación del Clima, estudian cómo las especies se comportarían en diferentes escenarios climáticos del futuro.
Entre las medidas preventivas, destacan las cámaras de detección de incendios y el uso de ganado para crear cortafuegos naturales. En la finca Terra Capra, las llamadas “cabras bombero” ayudan a mantener limpio el bosque y prevenir la propagación del fuego.
La Fundación también promueve prácticas agrícolas sostenibles. Una de ellas es la reducción del arado en favor del desbroce, lo que favorece el enriquecimiento del suelo y evita el uso de productos como la ivermectina, que, como explica Sánchez, afecta negativamente a los escarabajos coprófagos, importantes bioindicadores ambientales.
Sello sostenible, un compromiso voluntario por la biodiversidad
Este escarabajo es la imagen del sello DEHESA SOSTENIBLE, que agrupa todas estas prácticas en un certificado, asesoría y acompañamiento, para “apoyar, desde el respeto por la biodiversidad, a quienes deciden producir de manera sostenible”, afirma Arrigui Torres.
Carlos Sánchez matiza que “la colaboración es voluntaria”, ya que como asociación privada no tienen capacidad legislativa. “Los acuerdos funcionan porque quienes participan lo hacen desde sus propios valores y voluntad, comprometiéndose con nuestras guías de buenas prácticas”, añade. Por lo que la auditoría del sello se realiza con visitas constantes y la colaboración con la Fundación en acciones de restauración y protección.
Una de las empresas adheridas es Koru, productora de espirulina (un alga considerada superalimento, por su gran valor nutritivo). Su cofundadora, Mariantonia Ríos, relata a EFEverde que conoció el proyecto gracias a una convocatoria abierta en la Sierra de Gata.
“Me gustó porque entendimos que podíamos colaborar hacia una producción verdaderamente responsable”, explica Ríos, emocionada por la visita de la Fundación para restaurar las libélulas en su finca y por participar en la nueva tienda con los productos del sello, que estará abierta durante un año en la calle Fuencarral (Madrid).
Por su parte, Luis Miguel Martín, gerente de la oleoteca de Òleosetin, opina que la tienda y el sello ayudan a “enseñarle al cliente lo que tiene tu producto y darle la soberanía de elegirte”, porque “el producto debe valer más que el precio. Su historia y el cómo lo hacemos, tiene ese valor añadido irremplazable”.EFEverde
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