Valeria López Peña
EFEverde (Madrid).- Al sur de Ecuador se encuentra Muisne (Esmeraldas), un cantón costero que aún resguarda los secretos y una sabiduría ancestral vinculada con ‘la manglar’. Uno de sus guardianes, Paolo Realpe Mina, aprendió de su familia piangüera a decodificar el lenguaje de la naturaleza en tambores, poemas y danza, una expresión cultural con la que pretende reconectar a los jóvenes con su entorno natural.
La manglar, en femenino
“Es un ser que, como yo, siente, se expresa, y, como una madre, guía, educa, cuida y protege”, explica Realpe a EFEverde, ya que hace de guardería para peces, crustáceos, reptiles, aves migratorias, invertebrados y mamíferos acuáticos.
Un santuario ecológico que enfrenta múltiples amenazas: la expansión urbana, la acuicultura (especialmente camaronera), la agricultura intensiva, la deforestación, la contaminación y los efectos del cambio climático (el aumento del nivel del mar y la intensificación de las tormentas). Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), más de la mitad de los manglares del planeta están en riesgo de colapso para 2050 si no se implementan medidas de protección.
A pesar de todo ello, ‘la manglar’ resiste como ecosistema vital. En ella confluyen playa, río, mar y bosque húmedo tropical, formando una barrera natural contra desastres naturales, actuando como sumidero de carbono, regulando la calidad del agua y albergando una biodiversidad invaluable.
En este territorio costero, el viento de ‘la manglar’ advierte a sus hijos sobre la profundidad del agua, sobre la erosión; guía a las aves hacia sus presas, sacude las hojas en un vaivén que fue interpretado por los ancestros y transmitido hasta nuestros días. “Por eso nacen la música y la poesía: para descodificar el lenguaje de la naturaleza y sensibilizar a las nuevas generaciones”, sostiene Realpe.
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Danzar con el viento
“Empezamos a navegar lentamente, sincronizados con ese ritmo. Es un lenguaje. Ahí nace la música, una conexión sentimental con ese todo”, cuenta Realpe, quien de niño aprendió a interpretar la vida jugando, pescando, cantando y tocando tambores junto a otros niños.
Sin embargo, con el paso del tiempo, esa conexión se ha ido debilitando. Realpe reconoce el valor de la academia, pero advierte: “Si no va de la mano con el sentimiento, se distorsiona”. Y con ello, también la política: “Muchas autoridades no aprendieron a ver que hay seres que sienten, que piensan y que se expresan de manera amorosa. Así se debería tejer el fortalecimiento social y soberano de un planeta que me sostiene”.
Para él, la desconexión emocional con ‘la manglar’ y la cultura ancestral impide que se generen espacios vivos de reconexión: con huertos, instrumentos musicales o actividades que despierten el gozo por la naturaleza.
Aunque ‘la manglar’ de Muisne está protegida como Refugio de Vida Silvestre, en donde se encuentran importantes extensiones de las seis especies de mangle presentes en el país (pava, rojo, blanco, negro, piñuelo y botón), “no sirve para nada”, considera Realpe, “porque están planificadas a miles de kilómetros del territorio”.
Raíz y brújula
Muisne es un teatro natural. “Todo es arte: danza, música, descodificación”, dice Realpe. Pero también es escenario de conflictos: la expansión camaronera, las rutas del narcotráfico, la pobreza y la exclusión han generado graves problemáticas sociales.
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“Escribir poemas me salvó la vida”, confiesa. “Tenía muchas heridas que no sabía cómo sanar. Al escribirlas en poemas, aprendí a perdonar y a empatizar”. Por eso le preocupa que las nuevas generaciones renieguen de su herencia cultural, se alejen de ‘la manglar’ y se llenen de miedo y rencor.
Él mismo vivió esa desconexión al ingresar en un colegio religioso, donde se esperaba que aprendiera desde la rigidez verbal, no desde la acción: “Me asusté, fuí muy rebelde ante esa rigidez de la academia”, dice Realpe, “entonces, duré hasta los nuevos años en la escuela, me fui de la casa para escapar de eso, viví en la calle, viajé, y me encontré con gente muy buena”.
En ese camino llegó a Quito (la capital), donde habían muchos muiseños, así que empezaron a organizar encuentros para bailar y tocar música reggae, entre otros ritmos afro. Sin embargo, un día hubo una redada policial para hacerlos pasar por narcotraficantes. El caso se hizo mediático, y consiguieron la ayuda de abogados que pudieron demostrar que se trataba de una injusticia.
“El miedo nos pone agresivos, yo tuve la oportunidad de tomar ese camino, pero mi cultura me otorgó una base muy sólida de valores, recordé de dónde vengo, y sé que es mejor la empatía, la bondad y crear alternativas”, afirma Realpe.
Desde adentro
Para Realpe, preservar no es sólo resistir, sino también crear comunidad: “Tú preservas cuando estás conectado, cuando hay valores porque ya no juzgas: haces”.
Así nació Muisne desde adentro, una propuesta de turismo comunitario que ofrece recorridos guiados por el cantón. Una alternativa para transmitir valores culturales y reconectar a los visitantes con la esencia del territorio: ‘la manglar’, la danza, y su ritual de la concha.
Para Realpe, “el camino es volver a tocar, a danzar, a cantar, a descodificar. Se trata de ese ritmo que nos invita a soltarnos, a aprender y a cuidar”.EFEverde
El Día Internacional para la Conservación del Ecosistema de Manglares se celebra cada 26 de julio para difundir la importancia de este ecosistema y promover soluciones para su conservación.
La entrada Danzar con «la manglar» para recuperarla: Paolo Realpe Mina (Muisne desde adentro) se publicó primero en EFEverde.