Valeria López Peña
Madrid (EFEverde).- Cuando Luis Miguel Domínguez despertó de un coma hace 6 años, “volví con la sensación de que tenía que amplificar mucho más mi actividad de defensa de la naturaleza”, dice el reconocido activista y divulgador en entrevista con EFEverde sobre su décimo libro, Casas de fieras y zoológicos humanos, un recorrido histórico sobre los zoológicos.
Proteger al lobo en contra de nadie
En 6 años ha escrito 10 libros, entre ellos, ‘Lobo’, un animal que desde la agrupación que fundó, Lobo Marley, han defendido desde hace muchos años. Sin embargo, su carrera profesional se desarrolló en la divulgación con documentales y programas de radio ¿Cómo equilibra el periodismo con ese activismo?
Considero que el activismo en la disciplina que yo manejo, es algo fundamental y lógico. El hecho de que una persona vaya detectando deterioros y ecocidios pero se limite a hacer su trabajo de carácter profesional y aséptico, me parece un grave error. Lo que yo consideré en un momento es que toda mi proyección mediática debía impulsar la conservación real.
En el caso del lobo es evidente, yo salía al campo con mis equipos de filmación y rodaba escenas maravillosas de naturaleza y hacía mi trabajo en programas como Aquí la Tierra, por ejemplo, pero también sabía que al día siguiente iba a haber una batida para matar lobos en ese valle donde yo había estado. Entonces, creo que mi activismo tiene que ver con una coherencia.
¿Considera, entonces, que el reciente cambio en el nivel de protección del lobo se debe a una apatía por parte de la ciencia?
No me cabe ninguna duda que los problemas que hoy y siempre ha tenido el lobo en España tienen que ver con la falta de compromiso del mundo científico en su conservación. La ciencia se ha implicado muy poco en, por ejemplo, enfrentarse a la política biocida de las comunidades autónomas. De hecho, durante todo el siglo XX, la única manera de los gobiernos centrales y autonómicos de gestionar al lobo ha sido matándolo.
¿Precisamente por esa defensa del lobo ha recibido duras críticas desde la ruralidad, escenario de sus documentales?
Cuando en 2021 conseguimos que el Gobierno de España decidiera proteger al lobo, ya habían muchas voces críticas con la decisión. Entre otras cosas porque evidentemente se suponía que esto iba en contra de sectores como el ganadero. Pero no ha sido así jamás, voy, hablo con algunos y concuerdan en que matarlos no está bien. Siempre he dicho que protegemos al lobo a favor de todos y en contra de nadie.
Casas de fieras y zoológicos humanos
¿Por qué considera importante recordar la historia de los zoológicos?
Nunca soporté el dolor animal, y después del ictus, aún menos. Dentro de ese maltrato considero que para ciertos animales, la cautividad es una condena a cadena perpetua que es inadmisible. Por eso he escrito este libro y lo he hecho de la única manera posible: buceando en el pasado.
¿Cuál es el origen de los zoológicos?
En el libro comienzo con las Ménagerie, colecciones de animales exóticos que tenían las monarquías de todo el mundo y especialmente aquí en Europa. Empezaron en el Palacio de Versalles con el rey Sol, pero luego otras familias, como los Habsburgo o los Borbones lo copiaron. En España, menciono el caso de Aranjuez y cuento la historia del elefante que caminó desde India hasta aquí, al sur de Madrid, como regalo a Carlos III.
¿Por qué se conforman estas colecciones privadas?
Durante mucho tiempo se creyó que tener animales exóticos manifestaba el auténtico poder y por eso las monarquías del mundo entero se apuntaron a esa moda. En un periodo más contemporáneo, Pablo Escobar decide también generar una especie de zoológico gigante en su infame Hacienda Nápoles para afianzar su figura y poder. Pero después de que muere, escapan los hipopótamos africanos de allí y ahora son cerca de 500 ejemplares de esta especie invasora en el río Magdalena.
¿Se alimenta, entonces, de una perspectiva especista en la que los animales son inferiores y no sienten?
La idea de que el homo sapiens es superior a cualquier otro ser es una idea equivocada, codiciosa, egoísta y me atrevo a decir que suicida también. Pero al final este tipo de demostraciones se alimentan de eso y afectan la vida de miles de seres vivos. Por ejemplo, en Argentina vivía en el zoológico de Buenos Aires una orangután que se llamaba Sandra. Llevaba 40 años totalmente cautiva y maltratada hasta que un grupo animalista buscó el apoyo de fiscales y jueces para intentar cambiar esa situación. Como resultado de la sentencia, Sandra se considera sujeto no-humano de derechos.
Sin embargo, estos centros en ocasiones son cruciales para la conservación y estudio de biodiversidad ¿Cómo garantizar un impacto positivo?
Hay mucho marketing en esto, pero lo que realmente hubiera conservado a las especies es que no se hubiera traficado con ellas como se ha hecho toda la vida entre zoológicos. Por desgracia, hoy encontramos especies que dejarían de existir en libertad. Lo que hay que hacer es introducir códigos éticos y morales en esta cuestión. El asunto no es solamente de carácter científico, sino que, insisto, también de ética y moral, para un verdadero cuidado que respete a los animales.EFEverde
vlp/al
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