Por el Dr. Salmon Jacob, Asesor regional para la adaptación al cambio climático, World Vision Asia Oriental
En una era definida por la doble necesidad de proteger el medio ambiente y garantizar la resiliencia económica, una de las preguntas pertinentes, aunque menos exploradas, es: ¿podemos aprovechar la energía que ya nos rodea? En Asia Oriental, donde conviven las tradiciones rurales y la rápida modernización, la respuesta a esta pregunta no solo es afirmativa, sino que es una solución que espera recibir el impulso necesario.
Desde los arrozales de Vietnam hasta las estepas de Mongolia, desde las bulliciosas calles de Bangkok hasta las remotas aldeas montañosas de Laos, las comunidades están rodeadas de fuentes de energía renovable sin explotar que son accesibles y asequibles.
El poder del sol: iluminando hogares y esperanza
Los países del este de Asia tienen la suerte de contar con abundante luz solar. Regiones de Tailandia, Camboya y Vietnam reciben una alta irradiación solar durante todo el año. Sin embargo, muchas comunidades rurales siguen sin tener electricidad o sufren conexiones a la red poco fiables. Aquí es donde la energía solar puede desempeñar un papel decisivo.
En Vietnam, los sistemas de riego alimentados con energía solar ya han comenzado a ayudar a los pequeños agricultores del delta del Mekong (artículo del Foro Económico Mundial, julio de 2023). En Myanmar, según datos del Banco Mundial de 2022, donde casi el 25 % de la población sigue sin tener acceso a la electricidad, los sistemas solares domésticos ofrecen una solución limpia, asequible y escalable.
Las cocinas solares están surgiendo en China y Vietnam, reduciendo la dependencia de la biomasa y mejorando la calidad del aire interior. Los secadores solares para pescado y productos agrícolas, que ya se utilizan con éxito en algunas zonas de Camboya y el norte de Tailandia, están ayudando a las comunidades a reducir el deterioro de los alimentos y a añadir valor a los productos locales.
El poder de los residuos domésticos, de carga a beneficio
En toda Asia Oriental, la urbanización ha traído consigo el reto del aumento de los residuos domésticos. Pero en lugar de considerarlos una carga, podemos verlos como una valiosa fuente de energía.
En China, el impulso nacional hacia alternativas energéticas más limpias ha fomentado proyectos de biogás en zonas rurales y periurbanas. Millones de hogares rurales (con entre 4 y 5 miembros) ya utilizan pequeños digestores de biogás que convierten los residuos alimenticios y orgánicos de la cocina en gas para cocinar y fertilizante (Journal of Cleaner Production, diciembre de 2022). Sin embargo, en este contexto, todavía existe un enorme potencial sin explotar a nivel doméstico.
El poder del estiércol del ganado: energía rural procedente de la tradición
En las zonas rurales del interior de Camboya, Laos, Myanmar y Mongolia, la ganadería es un medio de vida vital, y el estiércol del ganado, a menudo considerado un residuo, tiene un potencial significativo. Las prácticas tradicionales de secar el estiércol para utilizarlo como combustible están dando paso a modernos digestores de biogás que producen gas limpio para obtener energía y lodos orgánicos como abono rico en nutrientes.
A lo largo de los años, varias organizaciones de desarrollo han introducido pequeñas unidades de biogás en Camboya y Vietnam, lo que ha ayudado a miles de hogares rurales a reducir su dependencia de la leña y a mejorar la salud respiratoria, especialmente de las mujeres que pasan muchas horas cocinando en interiores.
La energía almacenada en los residuos ganaderos es enorme: no solo satisface las necesidades energéticas de los hogares, sino que también restaura la fertilidad del suelo.
El poder de los residuos comunitarios: soluciones energéticas colectivas
La cultura de Asia Oriental concede un gran valor a la comunidad, un espíritu que puede aprovecharse para desarrollar sistemas energéticos compartidos. Los mercados, las colonias de viviendas, los templos, los comedores públicos, etc., generan grandes volúmenes de residuos orgánicos que pueden alimentar sistemas comunitarios de biogás, conversión de residuos en energía, fabricación de pellets energéticos o compostaje.
China cuenta con cuatro unidades municipales de conversión de residuos en energía, que generan alrededor de 480 gigavatios de electricidad al año. Del mismo modo, la capital de Vietnam, Hanói, cuenta con una planta de conversión de residuos en energía que utiliza los residuos municipales para generar alrededor de 129 megavatios de electricidad al año (EVN – Vietnam Electricity Group).
El establecimiento y la explotación de estos sistemas de energía limpia descentralizados a nivel comunitario, utilizando los residuos de la comunidad, puede ayudar a reducir la dependencia de la red central, reducir las emisiones de carbono, ahorrar costes y ser más sostenible.
Añadir valor a la vida para un desarrollo sostenible
El valor de aprovechar estas fuentes de energía sin explotar radica en su capacidad para satisfacer nuestras necesidades energéticas más básicas y cotidianas, de forma descentralizada y sostenible. En todos estos casos, el ahorro de costes es significativo. Los hogares ya no necesitan depender ni comprar bombonas de GLP o combustible diésel. Las mujeres de las comunidades rurales dedican menos tiempo a recoger leña y los niños y niñas pueden estudiar con una iluminación limpia y fiable.
El aprovechamiento de las fuentes de energía locales va más allá de la utilidad práctica; añade un valor holístico a la vida, como por ejemplo:
- La reducción de los gastos libera ingresos para la educación, la salud y pequeñas inversiones.
- El enriquecimiento del suelo con compost y purines de biogás impulsa la producción de alimentos, mejorando la nutrición y la resiliencia frente a las crisis climáticas.
- Los entornos más limpios gracias a la reducción de la quema de combustibles fósiles y biomasa y a una mejor gestión de los residuos mejoran la salud pública y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
- El empoderamiento de la comunidad a través de la participación, la propiedad y el empleo aporta dignidad y cohesión social.
He sido testigo de la transformación positiva en las vidas de los hogares que se han beneficiado de las aplicaciones de energía solar de World Vision en zonas remotas de Mongolia, de las iniciativas de conversión de residuos en energía en Tailandia y de las aplicaciones de energía solar en la agricultura en otras comunidades de Asia Oriental. Cientos de niños y niñas se han beneficiado de los programas de electrificación solar de World Vision en varias escuelas de Vietnam. El margen de ampliación es enorme y está a la espera de ser aprovechado.
Las soluciones energéticas que buscamos para impulsar un desarrollo holístico y sostenible ya están con nosotros y a nuestro alrededor. Para aprovecharlas, necesitamos:
- Políticas de apoyo que incentiven los modelos descentralizados de energía renovable y de conversión de residuos en energía.
- Formación y sensibilización de las comunidades locales para que adopten y mantengan los sistemas.
- Modelos de financiación que hagan accesibles las tecnologías limpias a los más pobres.
- Alianzas y colaboración para compartir e impulsar las mejores prácticas y las innovaciones autóctonas en las comunidades de base.
Reimaginemos los residuos como riqueza. Veamos el sol no solo como fuente de calor o luz, sino como una cosecha. Tratemos a la comunidad no solo como una entidad social, sino como centros de fuerza colectiva para la transformación. En esto radica el camino hacia un futuro que no solo es verde, sino que se basa en el poder de la descentralización, la acción comunitaria y la propiedad comunitaria para el desarrollo sostenible.
Salmon Jacob
Asesor regional para la adaptación al cambio climático, World Vision Asia Oriental
Foto principal: cedida por Worl Vision Asia Oriental
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