Por Nora Sesmero
Siempre me ha interesado el mundo de la moda y mi curiosidad me llevó a comenzar a leer sobre los impactos socioambientales de la industria textil. En mis manos cayó, entre otras lecturas, “Fashionopolis: El precio de la moda rápida y el futuro de la ropa” escrito por Dana Thomas.
Cuando llegué a la parte del ensayo en la que se relatan las terribles condiciones laborales y humanitarias de las mujeres y niños que cosen las prendas que vestimos en países como Bangladesh o la India me atravesó el corazón. Entonces, decidí que iba a escribir sobre ello.
Abril es un mes reivindicativo para aquellas personas que deseamos una industria textil justa, digna y responsable. El 24 de abril de 2013, la fábrica textil Rana Plaza, situada en Dhaka (Bangladesh), se desplomó a causa del mal estado del edificio, una situación que ya venían alertando los trabajadores y que causó la muerte de más de 1.100 personas y más de 2.000 heridos.
Desde entonces, surgieron múltiples movimientos sociales en el textil para dar voz a los impactos socioambientales de los fabricantes textiles y para reclamar mejores medidas.
Los impactos sociales
Gracias a la moral de múltiples personas, ya existen pequeñas y medianas empresas que ofrecen una moda alternativa, basada en condiciones laborales éticas y que procuran disminuir sus impactos ambientales. Sin embargo, estos casos siguen sin ser la norma.
Las grandes marcas suelen establecer sus fábricas en países donde se aprovechan de personas sin acceso a educación ni derechos laborales sólidos. Las condiciones de trabajo son, en muchos casos, deplorables: jornadas interminables, falta de seguridad e higiene, y sueldos miserables. En ocasiones, también podríamos estar hablando de abusos sexuales y de trabajo infantil.
A esto se suman los efectos psicológicos que afectan tanto a quienes producen como a quienes consumen compulsivamente. Y no menos importante, las consecuencias físicas: la exposición constante a productos químicos nocivos afecta la salud de trabajadores y consumidores.
Los impactos ambientales
Este tipo de modelos de negocio se sustentan en la producción masiva, el consumo efímero y la explotación de personas y recursos naturales. Estas marcas priorizan el beneficio económico por encima de la ética.
Y hay personas que ya no miran hacia otro lado cuando saben que este tipo de empresas contaminan y agotan recursos naturales como el agua y los suelos fértiles. Ya que los tintes y detergentes plagados de químicos que se emplean tanto en la producción como en el consumo contaminan masivamente la naturaleza.
Asimismo, como advierte Dana Thomas en su obra, detrás de muchas prendas de lujo y materiales como el cuero o el cashmere se ocultan prácticas que implican un grave coste para el bienestar animal y el equilibrio ecológico. Desde curtidurías contaminantes y el sacrificio de animales, hasta la desertificación de las praderas mongolas por la sobreexplotación de cabras para producir cashmere.
A esto se suma la deforestación sistemática de terrenos y la alteración de ecosistemas, lo que provoca desplazamientos forzosos de especies y la pérdida de biodiversidad.
Según datos del libro, cada año se producen en el mundo más de 100 mil millones de prendas. Un 20% de ellas ni siquiera se vende, y buena parte del resto acaba en vertederos, incinerada o enviada a África como ropa de segunda mano, colapsando las industrias locales. La incineración de la ropa y la exposición continua a prendas sintéticas también hace que el aire sea cada vez de peor calidad y que humanos y animales enfermen.
El poder de tu consumo
A pesar del panorama sombrío, Dana Thomas concluye que hay señales de esperanza: diseñadores, emprendedores y consumidores conscientes están empezando a transformar el sistema desde dentro.
Desde el retorno a la producción local y artesanal, hasta la creación de tejidos circulares y biodegradables, la revolución ética en la moda ya ha comenzado. Pero para consolidarse, requiere de un cambio cultural profundo en los hábitos de consumo. Como dice Thomas: “Hemos sido demasiado casuales con nuestra ropa. Es hora de vestirnos con intención”.
nsa / al
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Artículo de Nora Sesmero publicado en https://efeverde.com/impactos-socioambientales-textil/