• 03/10/2025 17:34

“A fuego lento” – Entre fogones, inspecciones y olorosos

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A fuego lento

 

Carlos Capa – Togas y Tenedores

En otras ocasiones, aunque sea usando la potencia de nuestra imaginación evocadora, pretendo en esta sección llevarlos a esos lugares y a esos sabores que la fortuna ( o mi tenaz gula) me ha dado oportunidad de conocer y deleitar. Hoy vamos a hacerlo, a menos parcialmente, al contrario, y voy a llevarles yo a su casa ( bueno en realidad se lo llevará Amazon si consigo estimularles en estas líneas) una experiencia que mezcla sabiamente togas, tenedores y catavinos.

«A fuego lento. La cocina de la vida» es un libro que consigue ensamblar magistralmente la narrativa con la gastronomía, ofreciendo al lector una experiencia sensorial completa. Publicado por la editorial Almuzara, este libro de relatos cortos es fruto de la colaboración entre los hermanos María Amor Martín Fernández y Francisco Javier Martín Fernández, quienes han sabido plasmar en sus páginas la esencia de la cocina y la vida misma.

Francisco Javier Martín

El título de la obra no puedo menos que relacionarlo con el oficio de su coautor, Francisco Javier Martín: catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Complutense de Madrid y socio -director de F&J Martin Abogados. Es decir ,lo que venimos llamando un fiscalista. Les explico la asociación de ideas: a fuego lento es como nos suele soasar la Hacienda pública, con especial dedicación a los autónomos, y es el cucharón preciso de Javier el que, en muchos casos, impide que nos abrasemos en las parrillas de la Agencia Tributaria.

Pero vayamos a lo que aquí nos importa. La obra se compone de más de sesenta relatos breves, cada uno de los cuales está íntimamente ligado a un plato específico y a un vino singular. Esta estructura permite al lector sumergirse en historias donde los sabores, aromas y texturas de la gastronomía se entrelazan con las vivencias y emociones de los personajes (reconocibles a pesar de la elegante máscara que con que los autores les han ocultado la identidad).

Cada cuento es una ventana a momentos cotidianos que, a través de la pluma de los autores, cobran una intensidad única. Los personajes condimentan amores, almibaran desengaños, cuecen lágrimas, espuman secretos, emplatan sueños y hasta calientan esperanzas después de haber recibido la enésima notificación de la AEAT en el mes, reflejando la complejidad y riqueza de la experiencia humana.

Rabo de toro

La narrativa de «A fuego lento» destaca por su capacidad para evocar sensaciones y transportar al lector a escenarios donde la cocina se convierte en el epicentro de la vida. Los relatos no solo describen recetas o platos, sino que exploran las historias y emociones que se gestan alrededor de ellos. Desde la preparación meticulosa de un guiso hasta la celebración de una comida familiar, cada historia resalta la conexión profunda entre la gastronomía y las relaciones humanas. Un televendedor , una ministra de Hacienda, un masajista, un registrador, la vecina del segundo o un mendigo se abrazan en los relatos a unas salchichas al vino, un rabo de toro, unas albóndigas en caldo, unas rosquillas de anís o una leche frita, siempre bien acompañados de un Pedro Ximénez, un oloroso, un amontillado o un pajarete. Por supuesto, la inclusión de vinos específicos para cada relato y su correspondiente plato no es casualidad.

Los autores han seleccionado cuidadosamente cada maridaje, buscando resaltar las cualidades de cada receta y enriquecer ( en este caso podemos decir fortificar)  la experiencia literaria. Esta combinación de literatura, gastronomía y enología ofrece al lector una perspectiva única sobre cómo los sabores y las historias pueden entrelazarse de manera armoniosa.

Ya les he contado en otras ocasiones como me gustan los vinos del Marco de Jerez y los de Montilla -Moriles, primos hermanos, aunque cada uno con lo suyo. Y que mejor ocasión para hablar de ellos cuando F. Javier Martín es además de profesor, abogado, gastrónomo y escritor (lo de bregar con Hacienda necesita de otras ocupaciones que animen la existencia para no caer en la melancolía) es presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Montilla-Moriles.

La D.O. P. Montilla-Moriles, situada en la provincia de Córdoba, es reconocida por la producción de vinos únicos que reflejan la riqueza de esa tierra singular y la tradición vinícola andaluza, abarcando municipios como Montilla, Moriles, Aguilar de la Frontera y Doña Mencía, entre otros, y caracterizándose por unas condiciones climáticas y geográficas excepcionales para el cultivo de la vid.

Aunque la mayor parte de los vinos de Montilla-Moriles se elaboran exclusivamente con la variedad Pedro Ximénez, hay determinados vinos que se obtienen con otras variedades blancas autorizadas en la D.O.P.: Layren, Baladí, Verdejo, Moscatel de grano menudo, Moscatel de Alejandría, Torrontés, Chardonnay, Sauvignon Blanc y Macabeo.

Vino joven, de tinaja, fino, amontillado, palo cortado, oloroso o Pedro Ximénez son auténticas ambrosias que no deben dejar pasar catando, y si es posible visitando, alguna del casi centenar de bodegas que contienen los 17 municipios de la D.O.

Una de las particularidades de los vinos de Montilla-Moriles es que, debido al alto contenido de azúcar de la uva Pedro Ximénez, muchos de sus vinos alcanzan un grado alcohólico elevado de forma natural, sin necesidad de fortificación. Esto le diferencia de otros vinos generosos y les confiere un perfil único.

Recomendación: disfruten de “ A fuego lento” con una copa ( mejor dejen media botella cerca y enfriando) de amontillado, un plato de jamón de Los Pedroches, unos picos de aceite de oliva y ninguna prisa, más que la que les entre en visitar la comarca. ¡Salud!

 

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Artículo de Redacción publicado en https://www.lawyerpress.com/2025/02/18/a-fuego-lento-entre-fogones-inspecciones-y-olorosos/