Por Ana Tuñas Matilla
Los países del Mediterráneo son el primer destino turístico mundial: 3 de cada 10 turistas opta por pasar unos días al año en alguno de ellos, según datos de la Organización Mundial del Turismo recogidos en el último informe de Plan Bleu, que señala al turismo como uno de los factores que más presión ejerce sobre un mar cada vez más caliente, contaminado y poblado.
A la cabeza de esta atracción: España, que el año pasado recibió la cifra récord de 94 millones de visitantes internacionales, y Francia, que se estima que en 2024 se mantuvo como el país más visitado del mundo con unos 100 millones de turistas.
Así, sólo dos países han aportado a la región, que suma 520 millones de habitantes, una población adicional de cerca de 200 millones de personas que, en su mayoría, eligieron la costa Mediterránea y ciudades del interior que vierten en ríos cuyas aguas acaban llegando al Mediterráneo.
Según los datos que maneja Plan Bleu del Plan de acción para el Mediterráneo de la Convención de Barcelona, ligado a la ONU, el turismo internacional seguirá creciendo en la región, al menos, hasta 2030.
Eso tendrá grandes implicaciones para la zona y para el propio sector por su impacto tanto en la naturaleza como en las sociedades locales, en las que cada vez suenan con más fuerza voces en contra del turismo de masas y sus efectos «negativos».
Poner «aforo»
Entre los impactos ambientales, destaca la degradación de espacios naturales, en los que no se imponen límites de acceso; y en estaciones para el tratamiento de aguas residuales, que están bien dimensionadas para el «invierno» pero que en verano colapsan y vierten al mar sin depurar, ha explicado el portavoz de Ecologistas en Acción Cristóbal López.
El Mediterráneo ya es el mar más contaminado del mundo y «llegará el momento en el que directamente huela mal». Además, con el aumento de la temperatura y de la salinidad «puede acabar siendo un mar muerto en gran parte de su extensión», ha dicho el ecologista, que considera que la única manera de evitarlo es «racionalizar» y poner límites.
No se trata de prohibir el turismo, se trata de dimensionarlo correctamente para hacerlo sostenible y seguro. «Si en un local, por temas de seguridad, se dice que el aforo es de 200 personas aunque quepan más, con el turismo se debería hacer lo mismo. Los temas ambientales son también cuestión de seguridad, tanto en la naturaleza como en las ciudades».
Sobre la imposición de «tasas turísticas», López ha señalado que lo ven una medida «inútil» porque, en su opinión, cuando se habla de turismo de calidad no se trata de que sólo puedan venir los ricos, sino de «poner sobre la mesa números que lo hagan sostenible».
No obstante, valoran que al hablar de estas tasas, las administraciones están reconociendo que hay un problema que hay que solucionar.
«No estamos en contra del turismo, estamos en contra del modelo de masas, un enorme negocio que está usurpando lo que es de todos: ciudades y espacios naturales, y afecta negativamente a la población local» (salarios bajos, encarecimiento de la vivienda, saturación de servicios sanitarios, etc).
«La presión que ejerce el turismo sobre el Mediterráneo es muy elevada», según la responsable de Océanos de Greenpeace España, Elvira Jiménez, que ha lamentado que se haya olvidado que tras la covid-19 muchos pidieron replantear el modelo de masas y que, por contra, ya se hayan recuperado o superado los niveles prepandemia.
En su opinión, los retos climáticos y demográficos que afronta el Mediterráneo no «casan» con el modelo imperante y al abordar su sostenibilidad «estemos yendo en la dirección equivocada».
«Los discursos y estrategias no van a la par con la industria, a la que parece que lo único que el importa es contar cuántos visitantes llegan», según Jiménez, que ha recordado que el Mediterráneo, por sus dimensiones y su «encajonamiento», es muy sensible al calentamiento global.
Para la ecologista, no se trata sólo de dejar de depender del turismo de sol y playa, sino de poner límites, de conocer qué pueden o no pueden aguantar los recursos y en adaptarnos a los efectos del cambio climático. En su lugar, seguimos regenerando playas, arreglando paseos marítimos o construyendo donde no se debería.
«Hay que limitar siendo conscientes de lo que se puede asumir con los recursos que tenemos y, en función de eso, planificar un futuro en el que otros sectores y componentes de la sociedad tengan cabida», ha aseverado.
En riesgo de pasar a pérdidas
Todo esto ocurre a pesar de que ya se sabe que a partir de cierto numero de turistas, los costes sociales y ambientales son mayores que los económicos, ha advertido el biólogo marino y economista ambiental Aniol Esteban, director de la Fundación Marilles, dedicada a la conservación del mar Balear y sus costas.
«Hay un punto de inflexión a partir del cual más turistas no representan más beneficios, y otro en que más turistas representan una perdida neta para la sociedad y no una ganancia», ha advertido el experto.
La reacción de las poblaciones locales y de la misma empresa turística, que reconoce y alerta sobre la masificación, hacen es «evidente» que varias zonas del Mediterráneo ya han rebasado estos puntos, según Esteban.
Sin embargo, a pesar de que el discurso de crecer en calidad y vez de en cantidad ya ha calado, «seguimos obsesionados con los indicadores cuantitativos y no con los cualitativos».
La industria debe liderar la conservación
Además, existe una fuerte disonancia entre ese discurso y las acciones que promueven el sector y las administraciones, según Esteban, que ha considerado que una de las razones estriba en que al hablar de los beneficios del turismo no se ponen en la balanza su costes sociales y ambientales.
Por otra parte, ha defendido que la industria turística debería ponerse al frente de la conservación marina y litoral, pues gran parte de sus beneficios y su futuro dependen de un agua y unas costas limpias y llenas de vida. Sin embargo, salvo excepciones, no la está haciendo «suya» la defensa de hábitats y especies.
Resulta paradójico ver que los ecosistemas marinos regalan al sector una cascada de beneficios en forma de actividad económica, oportunidades de ocio y recreo, regulación climática o protección costera, y que éste «se los devuelve con cuentagotas», ha añadido. EFEverde
atm/al
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La entrada El Mediterráneo acapara el 30 % del turismo mundial, ¿hay mar que lo aguante? se publicó primero en EFEverde.
Artículo de Ana Tuñas Matilla publicado en https://efeverde.com/presion-turismo-mediterraneo-fitur/